Entre los actos culturales previstos en el Carnaval de Arcones 2024 tendrá lugar la presentación del libro Ritual, tiempo y memoria. El Carnaval de Arcones y otras fiestas de invierno, una obra recientemente editada por el Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana (ICTS) y firmada por los investigadores Luis Díaz Viana y Esther Maganto. De esta forma, los vecinos, muchos de ellos protagonistas de los festejos y ahora incluidos como informantes en el citado título, podrán conocer “in situ” los resultados de la investigación antropológica y etnográfica llevada a cabo tras la declaración de estos rituales invernales como Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial. Este reconocimiento, una iniciativa de la Diputación de Segovia, llegó en septiembre del 2022 como resultado de la petición gestionada por la Asociación Cultural La Cachucha en diciembre del 2021, de ahí la inscripción de “Los Carnavales de Arcones: Carnaval y Fiesta de la Vaquilla” en el registro específico creado por la institución provincial.

Un libro, homenaje a Julio Caro Baroja
El pasado 7 de noviembre del 2023, y en la presentación oficial del citado libro en el Palacio provincial de la Diputación de Segovia, el reconocido antropólogo y miembro del Consejo Asesor del ICTS Luis Diaz Viana, quiso reconocer públicamente que el texto resultante “puede considerarse un homenaje a Julio Caro Baroja, en aras al exhaustivo estudio sobre los rituales de invierno que plasmó en su obra El Carnaval, publicada en 1965”. Por ello, y en relación a las Vaquillas carnavalescas —uno de los personajes rituales que se conservan en el Carnaval de Arcones—, si Caro Baroja determinó que su presencia se focalizaba y extendía por el centro de España, la nueva investigación ha logrado determinar y constatar dos importantes cuestiones. La primera, la estrecha relación que guardan entre sí numerosos rituales —donde la Vaquilla es protagonista— vinculados a comunidades agroganaderas que ejercieron la Trashumancia y que se asentaron a lo largo de los recorridos de las Cañadas Reales; testigo de ello son los numerosos ejemplos recogidos en las provincias de Soria, Segovia, Madrid, Guadalajara y Extremadura, en los que los armazones de madera rematados con cornamenta y decorados con menor o mayor vistosidad son portados por humanos, y en distintos casos, por Quintos —mozos solteros—, dentro de un ritual de paso desde la mocedad a la edad adulta. La segunda, la vinculación con la comunidad cultural europea a través de distintos personajes rituales similares a los Tripudos de Arcones, y “visible en esta y otras manifestaciones anuales como las danzas de palos -que emanaron primero del sustrato de la romanidad y —después— de la conformación de la Europa moderna entre los siglos XV y XVIII”, como señala Díaz Viana.
Ahondando en la provincia de Segovia, que es atravesada por la Cañada de la Vera de la Sierra —denominación que aquí recibe la Cañada Real Soriano Occidental—, se han documentado no sólo los casos de las Vaquillas carnavalescas ya perdidas, también los cuatro casos donde tales Vaquillas permanecen activas: Arcones —como principal punto de referencia—; Casla —recuperada en el 2012— y Santo Tomé del Puerto —con claras vinculaciones con el Carnaval de Bielsa en Huesca—; y Fuenterrebollo, alejada sin embargo de los ejes trashumantes. Insistiendo en Arcones y su vecindario, Santiago Alonso —Quinto en el Carnaval de 1967— explica que “en esta sierra pobre, una vez vacía tras la salida de los rebaños trashumantes, la vaca era el principal sustento económico de las familias”, “y colocada bajo la yunta para arar la tierra, la solidaridad vecinal se hacía patente cuando una de ellas enfermaba o moría”.

Rastreando el Corpus Christi: Vaquillas y Gitanas
Con el fin de rastrear el origen de la celebración del Carnaval de Arcones se ha recurrido a un doble análisis: por un lado, las piezas testigo y fotografías cedidas por los vecinos y conservadas en la actualidad por la Asociación Cultural La Cachucha; y por otro, documentos eclesiásticos, obras pictóricas, documentos gráficos, monografías sobre celebraciones carnavalescas y letrillas conservadas en la tradición oral. El resultado final ha evidenciado en este punto nuevos e importantes hallazgos que vinculan varios elementos rituales constitutivos de este Carnaval con personajes que dieron fastuosidad a la festividad del Corpus Christi segoviano del siglo XVII. Vayamos por partes.
La Vaquilla más antigua conservada en Arcones puede fecharse en la última década del siglo XIX —siendo propiedad de Diego Sanz, del barrio de Castillejo y curiosamente decorada con cornamenta de cabra—, aunque revisando la pintura española de finales del siglo XVIII, Francisco de Goya ya nos ofrece algunos ejemplos de armazones astados tanto en escenas de juegos de niños como en escenas de crítica social —el Capricho titulado “Unos a otros”—. Sin embargo, ampliando la mirada hacia Europa moderna, tales “animales astados”, “fingidos” o “de invención”, ya se constatan en el Carnaval de Nuremberg Alemania del siglo XVI formando parte de teatralizaciones colectivas desarrolladas en espacios públicos abiertos —como el caso de Arcones en su Plaza Mayor—. Al mismo tiempo, en la España del siglo XVII, y más en concreto, en las procesiones del Corpus Christi, ya se documentan estos personajes a los que también se sumaron “caballitos” —muy presentes actualmente en Cataluña y Levante— siendo rastreables también en la provincia de Segovia: en las procesiones de Sepúlveda —documentadas por Linaje Conde—, y en las de San Pedro de Gaíllos —constatadas en sus libros de cofradía y que mantuvo la Vaquilla carnavalesca hasta la década de 1950—. A partir de tales realidades documentadas históricamente, la interesantísima tarea que queda abierta para otros estudios es dilucidar cómo se produce el traslado de este elemento ritual desde el espacio profano al religioso y viceversa.
Por otro lado, junto a estos animales de “invención”, en las procesiones del Corpus Christi de la ciudad de Segovia del Seiscientos también se documentaron distintos tipos de danzas: en los trabajos de Flecniakoska (1956) y McGrath (2006) se recogen entre otras, el paloteado —que se mantiene en Arcones— y las danzas de Gitanos y Gitanas, enmarcadas en las “danzas mixtas” o “danzas de escarnio” y así denominadas por vestirse los bailarines como extranjeros mostrando su desprecio a gitanos, bárbaros, moros, franceses, portugueses, turcos e indios. En el entorno geográfico de Arcones, las danzas de Gitanas ya fueron analizadas en el trabajo de Maganto, Los danzantes de enagüillas de la provincia de Segovia. Mapa geográfico-festivo a comienzos del siglo XXI (ICTS, 2015), constatándose en localidades de la Cañada de la Vera de la Sierra como Torre Val de San Pedro -en 1681- y en Orejana —en 1701—, y dentro de las fiestas de la Virgen del Rosario. Cuatro siglos después, las Gitanas permanecen “vivas” en Orejana, donde ofrecen versos y roscas —dulces— a esta advocación mariana durante la misa del primer domingo de octubre, aunque los datos de las primeras décadas del Novecientos nos informan que eran ocho niñas nombradas por el Mayordomo de la Cofradía y que participaban en la subida a La Revilla junto a los danzantes y la soldadesca. A partir de estos datos, ¿existieron Gitanas y danzas de Gitanas en Arcones? En caso afirmativo, ¿en qué contexto: profano o religioso?

El secreto de las Gitanas de Arcones
El primer dato sobre las Gitanas de Arcones se ha localizado a través de coplillas conservadas en la tradición oral y que fueron recuperadas por la A. C. La Cachucha en el 2017 gracias a su rastreo entre el vecindario; Aurelia Sanz, recordó distintas cancioncillas que cantaba desde niña con su hermana en los Carnavales de Arcones y que se iniciaban con los siguientes versos: “Un día de Carnaval /de Gitana me vestí…”, evidenciándose en la investigación actual la dispersión geográfica de los mismos en distintas versiones recogidas por varios autores: Joaquín Díaz, en Mogeces del Monte (Valladolid, 1978); Villanueva del Arzobispo (Jaén, 1982); Martín Sánchez, en Navalosa (Ávila, 2008); e investigadores de la universidad de Jaén (2017). Al mismo tiempo, consultando el Archivo Fotográfico creado por la A. C. La Cachucha se ha logrado confirmar la presencia de Gitanas en el Carnaval de Arcones hasta la década de 1970: en concreto, niñas ataviadas con enaguado blanco, completado con un mantón de talle hecho con papel —caso del retrato cedido por la familia Del Amo Sanz (1973)—, y con un collar a base de agallones —caso del retrato de Francisca Gutiérrez, cuando contaba cinco años—. Entrevistadas ambas, Francisca recordó “ir cantando con las mujeres vestida con enaguas, porque, de hecho, teníamos dos en casa, unas más grandes y otras más pequeñas”.
Por su parte, la ligazón histórica con estos testimonios actuales se ha localizado en dos documentos eclesiástico fechados en 1716 y 1714, respectivamente, en los que se ordenaba el nombramiento de niñas para la danza de Gitanas de la procesión del Corpus. El primero, el texto de constitución de una nueva cofradía que fusionaba la antigua cofradía de La Minerva —para devoción del Santísimo Sacramento— y la cofradía de San Miguel; y el segundo, la visita eclesiástica que hizo D. Thomas Álvarez a la parroquia de San Miguel de Arcones. Tres décadas después también se reseñaron datos sobre la danza de Gitanas en Matabuena —limítrofe con Arcones—, plasmados en el libro de la Cofradía del Rosario entre 1745 y 1780, danzando la mañana de la Pascua de Resurrección -con la que se terminaba la Cuaresma- y permaneciendo en activo hasta 1830. Conviene aclarar en este punto que la insistencia en cumplir con una edad determinada para participar como Gitanas, es un hecho también destacado por Pitarch en sus investigaciones sobre “les dansetes” —danzas infantiles— en el Corpus valenciano: “el infantilismo que caracteriza a este nuevo grupo es típico de una mentalidad ya marcadamente contemporánea, motivo por el que resulta inusitado encontrar danzas de niños antes del siglo XVIII”.

Trasladadas por tanto desde el ámbito religioso al profano —como las Vaquillas—, las Gitanas se recuperan en Arcones después de cuatro décadas, y ellas también serán imprescindibles en el principal acto del “Domingo Gordo”, la Fiesta la Vaquilla, y dentro de esta, en el Espejo Plaza, la teatralización colectiva sin guion que aúna a toda la vecindad —incluidos los seis barrios— en la Plaza Mayor de Arcones y con la que se da fin al Carnaval. Gitanas, Vaquillas, Quintos, Tripudos, Caretos, Remudaos y Acompañamiento participarán conjuntamente en el Carnaval de Arcones que se celebrará el próximo domingo 11 de febrero.
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(*) Doctora en CC. de la Información. Periodista e Investigadora Independiente de la Cultura Tradicional segoviana.
