Valle de Simeón, nombre primitivo de este pueblo, tiene sus primeros orígenes datados en el siglo XIII, y según algunos historiadores obedece al primer poblador de la zona. Así lo mantiene Antonio Linage Conde, cronista de la villa de Sepúlveda, quien, en el libro ‘Los Fueros de Sepúlveda’, escribe un capítulo en el que se relacionan distintos nombres de pueblos con los repobladores de la zona. En la misma línea escribe Pedro Luis Siguero Llorente en su obra ‘Significado de los pueblos y despoblados de Segovia’, que recoge una cita de 1247 donde el pueblo se llamaba Val de Symeon. Según Ángel Gómez Moreno y Oscar Perea en el folleto de ‘Valdesimonte, sus orígenes’, de 2004, Enneco Simeones o Ximinones fue un personaje importante de la época y de la zona. Fue un teniente de Alfonso I el Batallador (1073 – 1134), rey de Aragón, que, durante un periodo de tiempo, lo fue también de Castilla, al casarse con Doña Urraca, hija del rey de Castilla.

Por otro lado, existe otra teoría que dice que la palabra Valdesimonte indica claramente la constitución geofísica del término: valles y montes, que ciertamente existen en la zona. En todo caso, en el siglo XV ya figura el nombre que se mantiene en la actualidad. Junto a Valdesimonte se encontraba, según Pascual Madoz (1850), el ya entonces despoblado de San Juan de Neguera. Un siglo antes quedó deshabitado el núcleo de Carrascalejo.
Hoy Valdesimonte puede presumir de situar su casco urbano entre dos carreteras (SG-205 y SG-231), además de la que sirve de travesía y que comunica a las dos anteriores las cuales convergen en la zona denominada El Ejidilo o paraje de Las Cruces. Quedan restos de la antigua caseta de camineros que era habitada por las familias que se encargaban del mantenimiento de esta vía de comunicación, antes denominada carretera Segovia-Boceguillas, pero cuya importancia en volumen de tráfico ha pasado a otras de la zona.

En 1970 Valdesimonte se extingue como municipio y es agregado a Cantalejo, aunque a comienzos del siglo XXI logra ser Entidad Local Menor, categoría administrativa que le confiere cierto grado de autonomía, aunque administrativamente vinculada a la ciudad briquera. Esta relación no ha sido siempre de lo más cordial. Las inversiones y las competencias en materia urbanística han motivado algunas disputas. Por otro lado, Valdesimonte ha tenido al alcalde más joven de la provincia, pues accedió al cargo con solo 19 años, Diego Casla, en 2015.
Desde hace tiempo Valdesimonte sufre una regresión demográfica hasta el punto de que en los últimos 20 años, su población se ha reducido a la mitad. Si al comienzo del siglo actual contaba con 84 habitantes, en 2021 se contabilizaban 42 empadronados. Las cifras representan una pequeña parte sobre los casi 400 que albergó en los años 50 del siglo pasado.
Un campanario con torre inclinada
De la iglesia de Valdesimonte resalta hoy la inclinación que presenta su torre-campanario, a pesar de lo cual se mantiene en pie. Para llegar a la iglesia es preciso recorrer la calle Calvario, en la que se sitúan la serie de cruces de piedra que da nombre a la avenida. Este templo, de estilo románico, presenta un bonito ábside. El edificio ha sido sometido a muchas reformas a lo largo del siglo XVII. De sus orígenes quedan sin embargo la traza del ábside y una magnífica pila bautismal con base en forma de cáliz de flor y decorada con arcos lobulados. Además de la pila bautismal, en el interior de la iglesia se puede admirar el retablo mayor, de origen barroco, y que conserva dos bonitas imágenes de San Pedro y San Pablo que realizó Juan Gil en el año 1595.

Parroquia de acogida
En el año 1632 se desmembraron las parroquias de Carrascalejo, San Miguel y San Juan de Neguera por efecto de la despoblación. Por ello, el templo acoge algunas de las tallas y retablos de los templos que se cierran. Se decide entonces colocar la imagen de Nuestra Señora de la Asunción en el altar central, desplazándose la talla de la Virgen del Rosario a uno de los altares laterales. Pocos años más tarde se incorpora el retablo y la imagen de San Juan. Un derrumbe en 1665 y su reconstrucción en 1671 obligan también a mover las imágenes.
Destino de Diego de Colmenares
La parroquia de Valdesimonte fue el primer destino del ilustre historiador segoviano Diego de Colmenares, que permaneció aquí entre los años 1611 y 1617. Este párroco saltó a la fama por sus trabajos históricos sobre la ciudad del Acueducto por la obra ‘Historia de la insigne Ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla’, en la que invirtió 14 años de investigaciones. También otro párroco de Valdesimonte fue objeto de crónicas periodísticas cuando en pleno siglo XXI tuvo que ser cesado por la Diócesis por la gestión irregular de las cuentas parroquiales.

Una cruz de plata del siglo XVI
Entre los elementos destacados que alberga la Parroquia se encuentra una cruz procesional de plata realizada en Segovia durante los primeros años del siglo XVI. Eran los años en que destacaban los artesanos de este tipo de trabajos. De hecho, el más conocido fue Oquendo, al que la ciudad del Acueducto le tiene dedicada una calle. También resalta entre las obras artesanales el retablo mayor, que hizo en 1562 el escultor Gabriel de Sosa, vecino de Segovia. Este notable tallista fue uno de los más importantes de la época. Trabajó y se conocen bastantes obras en Segovia y su provincia. En 1595, Juan Gil, vecino de Segovia, entallador, completa el retablo mayor y hace las imágenes de San Pedro y San Pablo.
Museo al aire libre
Uno de los puntos claves en el paseo por Valdesimonte y muy frecuentado por los vecinos en época estival es el parque donde se encuentra la Fuente del Caño, recuperada también como vestigio del lugar donde los vecinos se aprovisionaban de agua para las viviendas. De acuerdo con la información del Diccionario de Pascual Madoz, había dos fuentes en el pueblo que surtían al vecindario. En este espacio hay una exposición permanente de esculturas de arte contemporáneo que incluye trabajos, tanto en piedra, como en metal, y que forman un museo abierto para recreo y disfrute de los visitantes.

Ermita dedicada a San Roque
Al igual que la iglesia, la ermita de San Roque, se encuentra a las afueras del pueblo. Estuvo mucho tiempo en ruinas, aunque se sometió a una rehabilitación. De planta cuadrada, tiene la puerta de entrada en el ala norte. Los muros son de mampostería y la techumbre se ha recuperado con madera nueva. En el frontal se encuentra la imagen del santo junto a un sagrario dorado.

Escudo y bandera propios
En agosto de 2005, la Junta Vecinal de la Entidad Local Menor de Valdesimonte, que presidía Ángel Benito Martín, aprueba el Escudo Heráldico y Bandera Municipal. En ellos no faltan como figuras un pino y un roble. El expediente para la aprobación de ambos símbolos fue elaborado y firmado por el heraldista y vexilólogo Vicente Tocino y el historiador Juan Cuéllar Lázaro. Además en esta época fue nombrado cronista oficial de Valdesimonte el escritor Francisco Puch Juárez, personaje que durante muchos años dedicó su tiempo al Centro Segoviano de Madrid.
Variedad botánica
Existe un vivero de gran superficie a las afueras del pueblo. Se trata de la finca El Ejidillo que en los últimos años ha adquirido una gran actividad y supuesto la creación de numerosos puestos de trabajo para la zona. Además de su producción de plantas, desarrolla otras actividades como trabajos forestales, de albañilería o la producción de huevos de oca.
El agua, bien preciado
Valdesimonte padece desde hace años problemas de suministro de agua de calidad pese a su proximidad al río San Juan, un lugar de caudal constante con aguas limpias y cristalinas, pero del que le separan algunos kilómetros y una importante diferencia de altitud. Los problemas se arrastran desde el año 2009 al menos y en el verano de 2021 vecinos y visitantes salieron a la calle protagonizando una manifestación para reclamar garantía en el abastecimiento doméstico. Ante su carencia, en ocasiones han tenido que suministrarse de agua embotellada dados los altos parámetros de minerales que presenta el sondeo municipal.
Curiosamente, la historia enlaza con la de hace un siglo, pues fue en 1928 cuando se encargó el proyecto de impulso de agua de las fuentes del río San Juan hasta el núcleo de Cantalejo, para el abastecimiento de aguas potables. Para ello era necesaria la adquisición del molino de San Juan. En el año 1931 el Ayuntamiento briquero negoció con el propietario, que era Francisco Matesanz García, de Valdesimonte. En 1932 se finaliza la adquisición, “comprándole el terreno comprendido entre el río Pradenilla y el acantilado de la margen izquierda, desde la fuente de San Juan al molino del mismo nombre; el edificio del molino San Juan, y encerraderos de ganado inmediatos, y una faja de terreno de tres metros a cada lado de la tubería desde el molino citado al cantil posterior al arroyo de Aldeonsancho, todo ello por la cantidad de diez mil pesetas”. Así lo recoge el cronista Francisco Fuentenebro Zamarro.

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Extraido del libro El Ochavo de Cantalejo. Recorrido visual por un territorio histórico (2022)
Editado: Enrique del Barrio
El Ochavo de Cantalejo. Recorrido visual por un territorio histórico
