Señora directora:
Ojalá pudiésemos elegir las noticias con las que queremos despertar todos los días. No hay ni uno solo que no recuerde a alguien que ya no está conmigo y hoy me he acordado como muchos otros, por no decir todos, de mi madre. Yo era muy pequeña pero no he olvidado que cada vez que sucedía algún acontecimiento familiar, ya fuese boda, bautizo, comunión… a mi madre se le encendía la bombilla de “hay que irse preparando” y comenzaba a planificar la vestimenta para la ocasión. Para ello, con tiempo más que suficiente, visitaba las tiendas de telas y retales para elegir el que mejor se adecuara a sus gustos y su bolsillo y con su compra se dirigía al día siguiente, si era posible, a casa de su modista, yo la acompañaba en muchas ocasiones, me encantaba ver cómo de aquellos trozos de tela y después de sucesivas pruebas, iba poco a poco surgiendo un estupendo vestido que se adaptaba perfectamente al cuerpo de mi madre, el milagro de la confección, que como todo arte es capaz de crear de la nada algo bello.
Pues sí, mujeres que planificaban, compraban y economizaban, pues eran humildes, y los tiempos no estaban para derrochar, no eran ingenieras ni astrofísicas, fueron muy poco al colegio o nada pero eran absolutamente sabias. Y claro, qué quiere usted que le diga, me levanto y escucho en la radio la noticia de que las mujeres astronautas de la NASA se van a quedar sin su paseo espacial por no tener traje, porque todas esas cabezas privilegiadas, sapientísimas y supongo que muy bien pagadas que organizan allí el cotarro, no han tenido en cuenta las tallas de las mujeres y ya no hay tiempo, ni voluntad, diría yo, para hacerles uno.
Asombroso, me pregunto si es problema de escasez o de voluntad. ¿Qué diría mi suegra, también modista, que no ingeniera, si no hubiera tenido listos los capuchones que confeccionaba el día de jueves santo? Pero no, a ella no le pasaría y a mi madre tampoco, ellas sabían que las cosas bien hechas necesitan tiempo, que todos los cuerpos no son iguales, que el cuerpo de las mujeres es diferente al cuerpo de los hombres, aquí en la tierra y también en el espacio. Iguales pero diferentes.
¡Por una igualdad real!
TERESA SANTOS BERNARDOS