Aunque hay Oscar, como el de Daniel Day-Lewis o el de Anne Hathaway, que parecen tener dueño desde hace meses, la de esta noche (madrugada en España) se antoja como una de las ceremonias más emocionantes de los últimos años. Los dos premios gordos, el de película y el de director, son todavía una incógnita. Uno, por los precedentes inmediatos, y el otro, por una sonada y polémica ausencia.
Con las cifras en la mano, sus 12 nominaciones colocan al Lincoln de Steven Spielberg la etiqueta de gran favorita. Pero si se va más allá de la tiranía de las candidaturas y se echa la vista atrás, se comprobará cómo el decimosexto presidente de Estados Unidos no lo tendrá nada fácil.
Visto lo visto durante la temporada de premios que culmina hoy, la mejor noticia para los intereses de Spielberg llegó el pasado 10 de enero, cuando la Academia dejó a Ben Affleck fuera de los nominados al mejor director.
Desde entonces, Argo y Affleck se han impuesto al antaño Rey Midas de Hollywood y su Lincoln en los Globos de Oro, los galardones del sindicato de actores, de directores, productores y guionistas. Cada uno de estos reconocimientos minimizaba las opciones del resto de aspirantes a mejor cinta, Lincoln incluida, y suponía, además, una bofetada en la mejilla de los académicos.
Descontado el Oscar para Daniel Day-Lewis -el londinense hizo un hueco en su vitrina el mismo día que le dijo sí a Spielberg-, el triunfo total del filme presidencial se antoja bastante improbable. El de Argo, por el capricho de los académicos, simplemente imposible.
Las convidadas de esta edición son La vida de Pi , de Ang Lee (11 candidaturas), El lado bueno de las cosas, de David O. Russell (con ocho nominaciones) y Los miserables, de Tom Hooper (con otras ocho), Amor, de Michael Haneke (con cinco) y La noche más oscura y Django desencadenado (ambas también con cinco candidaturas y las dos con sus directores, Tarantino y Bigelow, fuera de los aspirantes).
Si se habla de actores, tan cantado como el de Day-Lewis -o incluso más, por razones obvias- está el Oscar de Anne Hathaway. Menos de media hora en pantalla le bastan a la última Catwoman para maravillar con su sobrecogedora interpretación de la prostituta Fantine en Los Miserables. Un premio justo y necesario.
Mucho más reñida está la categoría de mejor actriz protagonista. Comenzó fuerte Jessica Chastain, con su papel de agente incansable en La noche más oscura (Zero Dark Thirty). Pero la pelirroja más en forma de Hollywood ha visto cómo poco a poco la trastornada a la que da vida Jennifer Lawrence en El lado bueno de las cosas le ha ido comiendo terreno.
Tampoco hay que olvidar el gusto de los académicos por los extremos. Y este año cuentan con la nominada más longeva de la Historia, la excepcional Emmanuelle Riva por la demoledora Amour, y con la más joven, Quvenzhané Wallis, la niña de tan solo nueve años que protagoniza Bestias del sur salvaje.
La quinta actriz en liza es la protagonista de la producción española Lo Imposible, Naomi Watts, aunque seguramente sea el nombre que suena con menos fuerza.
Otro Oscar que está en el aire es de mejor actor de reparto. Una categoría con unos aspirantes de lujo y en la que, con permiso de Seymour Hoffman, Robert De Niro y del genial Alan Arkin, Tommy Lee Jones por Lincoln y Christoph Waltz por Django desencadenado despuntan como favoritos. Cualquiera de los cinco -e incluso alguno que se ha quedado fuera, como Leonardo DiCaprio o Samuel L. Jackson- dará debido lustre a la preciada estatuilla.
Por último, en el apartado nacional, Paco Delgado, es el único español nominado en esta 85º edición de los premios de la Academia de Cine estadounidense. Después de hacerse, hace ahora una semana, con el Goya por su trabajo en Blancanieves, de Pablo Berger, el diseñador de vestuario, habitual de cineastas como Pedro Almodóvar o Alex de la Iglesia, opta a su primer Oscar por su trabajo en Los Miserables.
