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Universo Tinder

por Luis Javier Gonzalez
22 de marzo de 2021
en Segovia
Sara Fernandez UVA App Citas Tinder KAM3773

La socióloga Sara Fernández consulta su teléfono en uno de los pasillos del Campus María Zambrano de la UVa en Segovia. / KAMARERO

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El 78% de los universitarios de Tinder en el campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid utiliza la aplicación de citas para buscar sexo de manera principal; el 94% de los likes (cuando a un usuario le gusta otro) se debe a la atracción física. La estadística valida los estereotipos. “A mí no me sorprendió mucho”, subraya la socióloga Sara Fernández, especializada en un sector que ha crecido hasta los 60.000 millones de dólares durante la pandemia. “¿Existe una mercantilización de las emociones? Yo diría que sí. Quiero que los propios estudiantes reflexionen y piensen qué está pasando. No es bueno ni malo usarlo, que cada uno haga lo que quiera, como con cualquier aplicación. Pero siendo conscientes de lo que implica, de su contenido o de cómo vas a hablar con las personas”.

Fernández elaboró su Trabajo de Fin de Grado sobre Tinder, enfocado en el alumnado de la Universidade da Coruña. En la UVa está cursando el Máster de Comunicación en Fines Sociales y ha mantenido la idea de Tinder para su Trabajo de Fin de Máster.

Cuando nació en 1994 Match.com, la primera plataforma de citas, fue muy rudimentaria. Tinder y Meetic, las grandes del momento, son de la misma compañía, Match Group. La encuesta de Fernández, titulada ‘Tinder, ¿sexo o amor?’, estaba destinada a los estudiantes entre 18 y 25 años; en su momento en Coruña y ahora en el Campus María Zambrano. La difundió a través de Instagram, carteles en el campus, boca a boca, un enlace de WhatsApp o el propio Vicerrectorado. El resultado fue muy bueno, pues contestó más del 36% de la población objeto del estudio: 765 personas, la mayoría alumnos, en una semana.

En su tipología, distinguió entre no usuario, usuario, exusuario y persona indecisa. El primer paso era marcar las apps de citas más conocidas dentro de una lista; Tinder y Meetic eran las más conocidas. La mayoría creía en “la concepción romántica del amor”. También pedía opinión sobre determinadas afirmaciones. Si Tinder era una app superficial, si la gente que la utilizaba tenía menos habilidad para relacionarse, si se podía profundizar en el interior de las personas o si los usuarios se muestran tal cual son. O si ligar en Tinder es como ligar en una discoteca, una pregunta compleja. “Solo está de acuerdo un 31%, lo que muestra que la gente no saben muy bien cómo enfocarlo”. Un 51% de los usuarios dijo que recibir likes sube la autoestima, el mismo porcentaje que está de acuerdo con que las personas no se muestran en Tinder como realmente son.

Otro tema del estudio es qué distingue a las fotos de Tinder respecto a WhasApp o Instagram. La conclusión es que los hombres suben fotos más atrevidas que las mujeres, según los encuestados. “Algo que me llamó la atención”, subraya. Las razones detrás de deshacer un match dan mucha información del uso de la aplicación. Hay más mujeres (81%) que hombres (73,2%) que deshacen ese cruce, pero los motivos varían. El 39% de las mujeres recibieron mensajes que no les gustaron frente a solo un 9% de los hombres. El 76% de las mujeres recibieron mensajes subidos de tono frente al 57% de los hombres.

La ética de Tinder

Fernández relaciona estos conceptos en busca de una ética de Tinder; desde los perfiles falsos a los intereses de la empresa o qué medidas toma para evitar estafas. “Tinder se vende como parte de una estrategia pionera para la seguridad en las citas, pero eso no concuerda mucho con las noticias que están saliendo”. Y para ello usa anécdotas como la de una abuela que creó un perfil a su nieto y le sacó las vergüenzas.

Aunque en un principio había más perfiles masculinos, la socióloga cree que el número es ahora equiparable. Con todo, la pandemia ha aumentado el número de usuarios. “Cada vez hay más personas que se meten, pero por evadir una lógica del aburrimiento. No buscando el amor ni siquiera relaciones sexuales. A Tinder la pandemia le viene muy bien porque ha dado unos nuevos usos a la app”.

El ‘salseo’ de ver perfiles

El estudio profundiza en la exposición online de las personas a través de entrevistas. Cuando el usuario se explica, el resumen es este: jugar a Tinder. “Estar solo o con amigos viendo perfiles por la gracia de hacerlo. Para evadirte de las personas que tienes a tu alrededor, vivir cosas nuevas o simplemente por el ‘salseo’ de ver qué hay aquí”. Pero esa lógica de aburrimiento es cortoplacista; una vez saciada la curiosidad, desaparece. No por conocer la app cambia la utilidad. “Una vez que he visto 500 perfiles ya no me salen cosas nuevas y me voy”.

Las entrevistas confirman los tópicos. Primero, que los hombres dan like por defecto y las mujeres, no. “Me decían, parece que nosotras somos más selectivas. Te voy a mirar la foto, la biografía y luego decido”. Los datos lo corroboran: el mayor ‘dislike’ masculino es porque les dejó de interesar el perfil o pulsaron sin querer. Pese al riesgo de estafa, los perfiles falsos que mencionaron en las entrevistas pretendían más reírse o cotillear. “Muchos comentaban el estigma, sobre todo en gente mayor. Que si estás en Tinder estás desesperado. Otros quieren ver quién está sin ser visto por otros”.

El protocolo de estas apps es muy laxo a la hora de controlar la autenticidad del perfil. Hay un proceso de verificación, en el que Tinder hace varias fotos al usuario para comprobar que es quién está detrás de las fotos, pero es optativo. “Cuando ves fotos de modelos o de memes… Te puede dar match y hablar, pero no es un perfil para hacer amigos o mantener una relación sexual o de pareja”. Fernández habla de un método de verificación creado por el usuario: Tinder-Instagram-WhastApp. El ritual impide quedar directamente con una persona por el chat de Tinder; tras unos días hablando, pasan al Instagram; después ya llega el número de móvil, y luego, la cita presencial. “Una cosa es querer buscar sexo en la app y otra es quererlo al momento de hacer match. Pese a todo, hay unos filtros”.

Veto al “hola, ¿qué tal?”

La conversación también tiene su código. ¿Quién la inicia? Las entrevistas concluyen que son mayoritariamente los hombres. Muchos usuarios repelen el ‘Hola. ¿Qué tal?’, pues lo identifican como convencional y rancio. Un recurso habitual es recurrir a la biografía, tanto como elemento de atracción como para un saludo ingenioso. “Hay muchas guías en internet sobre cómo hacer un match, es una pasada”. Una alumna le contó a Fernández que se había encontrado la misma biografía en dos perfiles distintos. La charla puede derivar en algo más profundo, pero el origen es común. “Al principio todo es superficial, estás ‘tonteando’ con una persona”.

El trabajo incluye un estudio sobre la perspectiva de género. Hay un uso machista en los mensajes subidos de tono hacia las mujeres. El hecho de que más mujeres hayan deshecho un match porque el hombre les habló de una forma que no les gustó lo respalda. “Las chicas sentían que si una mujer iba a saco, el chico se asustaba. Y si lo hacía un chico no pasaba nada”. Otra conclusión es que la app no es machista de por sí como Instagram, que censura pezones de mujer pero no de hombre. Pero los usuarios sí observan comportamientos de acoso. “Si somos una sociedad machista y patriarcal, en la app se va a reproducir”.

El éxito de Tinder es sorprendente para una app que nació en 2012. Los encuestados lo explicaban por su buena labor de marketing y el boca a boca; no hay mejor gancho que el grupo de pares. Con el tiempo, ha conseguido normalizar el sector y desembarazarse del tabú. “Puedes encontrar anuncios en redes, en la radio, en televisión…” Los concursantes de la Isla de las Tentaciones anuncian la app; también en Mujeres, hombres y viceversa, un público objetivo claro. Y “una normalidad televisiva que hace unos años era impensable”. Un click a otra dimensión.

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