Ricardo Pardo Martín es un segoviano de 22 años, estudiante de Magisterio, que ha pasado casi tres meses como cooperante en un colegio del distrito de Chinchero, en el departamento peruano de Cuzco.
Este joven conocía la experiencia como cooperantes de otros compañeros y decidió hacer el curso de Introducción a la Cooperación al Desarrollo de la Universidad de Valladolid, en el campus de Segovia, lo que le animó después a solicitar una beca para hacer prácticas como profesor con una ong peruana.
De esta manera empezó sus prácticas el pasado mes de septiembre en el colegio Alternativa Yachay, de la ong ADEHPRI, en Chinchero, con niños de 6º curso de Primaria, además de colaborar con los proyectos que la organización tiene en la zona de Cuzco.
Sobre estos últimos cuenta que principalmente “se trataba de ayudar a la población en la gestión y organización de tareas de reconstrucción después de catástrofes naturales, principalmente riadas; no dárselo hecho para que puedan enfrentarse con sus propios recursos a situaciones similares que puedan producirse en el futuro”.
Pardo cuenta que no ha echado de menos comodidades que pueda tener en Segovia. Vivía en la casa del director de la ong, Leandro Córdoba Tocre, con su familia, en una vivienda de ladrillo; hacía tres comidas al día y disponía de ducha y conexión a internet. Otra cosa es la añoranza de familiares y amigos. “Hay que tener muy claro dónde vas y a qué”, explica.
En el colegio, además de dar clases, desarrolló algunos proyectos con la finalidad de paliar algunas carencias que observó en el centro. Se trata de ARI, es un Aula de Refuerzo Individualizado y ‘Tell me more’, enseñanza del Inglés a través de herramientas informáticas. Hizo también un test psicológico, a través del dibujo, a todo el alumnado con el objetivo de detectar maltratos o abusos. Y tuvo tiempo para hacer turismo y conocer maravillas como Machu Picchu o el lago Titicaca.
Este joven universitario decidió viajar a esa zona de Perú sin conocer en detalle la situación real de la población. “No quería ir con una idea premeditada”, dice y, aunque reconoce que no ha encontrado “tanta penuria como pensaba”, relata que, a la vuelta, una vez pasado un tiempo y readaptado al ritmo más acuciante del día a día en Segovia, “no das la misma importancia a los problemas que tenemos aquí. Las cosas que preocupan en España parecen más insignificantes”.
Contento con la experiencia y el trabajo que realizó en Perú, recuerda que una amiga, Diana Garcimartín, que en un primer momento iba a ir con él, no pudo hacerlo por un problema personal, “pero estoy seguro de que pronto podrá cumplir su sueño de viajar a un país en vías de desarrollo como cooperante”, afirma.
