Los expertos afirman que uno de los principales motivos de mortalidad de las águilas imperiales ibéricas es el de las electrocuciones. Otras especies de avifauna corren el mismo peligro. El Real Decreto 1432/2008 de 28 de agosto para la Protección de la Avifauna determina diversas medidas a adoptar en los tendidos eléctricos para minimizar las muertes. En Segovia, Unión Fenosa afirma que la adaptación de sus instalaciones aéreas para proteger la avifauna ha sido “un desafío” para la compañía, agregando que la provincia se convirtió, hace cerca de tres lustros, en una “punta de lanza” de su política en ese aspecto.
Los tres objetivos que se marcó Unión Fenosa fueron reducir las electrocuciones producidas por el contacto de un ave con un elemento de tensión, disminuir los choques de aves contra el conductor de la línea por falta de visibilidad y evitar la nidificación en torres. “Cada vez que se produce un incidente como resultado de la electrocución de un ave o una colisión, tiene lugar una desconexión de la instalación eléctrica, con la pérdida de suministro para los usuarios finales, que tarda además un tiempo en recuperarse hasta que llega un operario”, explicaban ayer fuentes de Unión Fenosa.
La primera actuación “de gran calado” en Segovia se produjo hace ya tres lustros, en Campo de San Pedro, donde se protegió una línea en la que se posaban, de forma habitual, buitres leonados procedentes del parque natural de las Hoces del río Riaza, provocando un alto número de electrocuciones. En la última década se han llevado a cabo también actuaciones, en numerosos términos municipales, para evitar electrocuciones y colisiones de águilas imperiales ibéricas. “Desde hace diez años llevamos interviniendo en todas las líneas de la provincia para evitar puntos con tensión en zonas de fácil posado de las aves”, insisten las mismas fuentes, añadiendo que “gracias a una fuerte inversión se han eliminado muchísimos puntos conflictivos”.
Estas medidas se han aplicado en las líneas de 15 y 45 kilovoltios, “las más dañinas para las aves”, ya que las de mayor tensión requieren de torres de superiores dimensiones, en la que las electrocuciones resultan “más inusuales”, al igual que las colisiones, al requerir de unos cables de mayor grosor, fácilmente visibles para la avifauna.