La Misa Crismal del Lunes Santo es el día elegido por la Iglesia para llevar a cabo la bendición de los Santos Óleos que se emplean en la administración de los sacramentos como el Bautismo o la Unción de Enfermos. También es el momento de reunir a la curia diocesana en el inicio de la Semana Santa para que su obispo y pastor tenga la oportunidad de dirigirse a los presbíteros que diariamente se ocupan de la labor pastoral en las parroquias. En su primer mensaje como obispo de Segovia, monseñor César Franco quiso trasladar su apoyo a los sacerdotes diocesanos y a través de ellos, extender este mensaje a toda la sociedad segoviana en un momento de especial dificultad económica, social y política.
La capilla del Santísimo Sacramento de la Catedral se llenó un año más para que los sacerdotes y el pueblo diocesano compartieran la Misa Crismal, oficiada por el prelado segoviano, en la que los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales y recibieron además de los Santos Óleos bendecidos para sus parroquias el apoyo expreso de su obispo, que les exhortó a «vivir con alegría» su ministerio
En su homilía, monseñor Franco subrayó la «enorme paradoja» que católicos y sacerdotes comparten cuando ven que «el drama del hombre irrumpe en nuestra vida y nos desconcierta». «Llegamos a perder la confianza en el hombre al ver seres oprimidos y maltratados, personas que no levantan cabeza por la crisis económica, social y moral, y la palabra corrupción ha llegado a ser ya banal en nuestro lenguaje».
En este sentido, señaló que la paradoja reside en que Dios «ha puesto en nuestras manos la capacidad de ungir las heridas del hombre, levantarlo de su postración y conducirlo a la alegría, pero nos falta fe». «Pensamos que si no resolvemos los problemas materiales que afligen al hombre no servimos para nada -aseguró el obispo- y anhelamos el oro y la plata que no tenemos para descuidar la gracia de la unción que poseemos; pero Dios nos da el poder de sanar y restaurar, nos ha ungido para ungir, y en un cristiano, en un sacerdote que vive su fe no hay lugar para el desaliento».
El obispo se preguntó sobre las causas de la pérdida de alegría en la vocación sacerdotal y aseguró que en ocasiones «damos la impresión de estar vencidos o desalentados», y aseguró que los presbíteros «necesitamos creer en lo que somos, vivirlo y testimoniarlo con pasión», recordando una cita de San Juan Pablo II que pedía a los sacerdotes que fueran «pastores y no jornaleros».
Al término de su intervención, Monseñor Franco agradeció «los signos de afecto y la acogida» dispensada desde que llegó a la diócesis por los sacerdotes y pidió a los sacerdotes que empleen el óleo para «superar las pruebas de la vida diaria y acreciente vuestra certeza de que Cristo os ha hecho partícipes de su triunfo». También tuvo palabras para los cristianos de la provincia, a quienes pidió que rueguen por sus sacerdotes y «sostenedlos con vuestro afecto y ayuda, evitando toda crítica y división».