Rras casi cuatro meses de investigaciones realizadas en la más absoluta discrección, el pasado 14 de diciembre la subdelegada del Gobierno y el jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Segovia avanzaban los primeros detalles sobre la muerte de Rosa María de Andrés, desaparecida de su domicilio en La Higuera desde el pasado 13 de septiembre y cuyo cadáver fue encontrado mes y medio después a las afueras de Lastras del Pozo. El lógico hermetismo de los investigadores obligado por el secreto de sumario dictado por el juez responsable del caso dio lugar a múltiples hipótesis sobre lo que pudo pasar entre los días 10 y 13 de septiembre en el domicilio de la fallecida, en cuyo garaje presuntamente tuvo lugar su muerte.
Tras resolver la identificación del cadáver aparecido en Lastras del Pozo, correspondiente a Rosa de Andrés, la investigación comenzó a reunir las piezas sueltas que hasta entonces habían sido reunidas por la Guardia Civil, todas ellas relacionadas con la venta del vehículo de la víctima -en cuya transferencia ella no intervino, según aclaró el jefe de la Guardia Civil, así como otras transacciones de objetos personales suyos -joyas y un ordenador personal- vendidos después de su desaparición.
Todo parece indicar que los implicados en este delito actuaron de forma precipitada, ya que el análisis realizado por los expertos en el domicilio de la víctima evidenciaron la presencia de restos de sangre en el garaje posiblemente pertenecientes a la fallecida, y el hallazgo del cadáver en una zona próxima al rio Moros es interpretado por los investigadores como una forma «precaria» de intentar deshacerse del cuerpo para evitar su seguimiento.
Aunque la Guardia Civil divide a los seis detenidos entre los que intervinieron directamente en el presunto asesinato y quienes lo hicieron en la venta de sus pertenencias, lo que hasta el presente no precisan cual es el móvil ni en qué circunstancias se produjo el violento episodio que acabó con la vida de Rosa de Andrés.
Asimismo, tampoco se ha aclarado oficialmente la relación existente entre la víctima y sus presuntos agresores, ya que la pareja a la que presuntamente se vincula con el asesinato no eran vecinos de La Higuera, sino transeúntes que llevaban desde el pasado mayo viviendo en el pueblo de forma irregular y que habían causado ya algunos problemas de convivencia en el pueblo.
A medida que avance la investigación, estas dudas quedarán seguramente resueltas, y harán que la triste certeza de la muerte de Rosa María de Andrés pueda concluir con sus responsables en manos de la Justicia, como así reclamaban ayer familiares amigos de las dos localidades en las que llevó a cabo su vida.
