Dos estudiantes españolas se encuentran entre los 19 muertos de la tragedia desatada en la fiesta de música electrónica Loveparade de Duisburgo (oeste de Alemania), que ha sumido al país germano en la consternación, mientras se aclaran las circunstancias que desencadenaron la catástrofe.
La Fiscalía de Duisburgo inició ayer una investigación mientras los medios teutones señalan a la policía y a los organizadores de la fiesta como responsables de que una fiesta tecno multitudinaria acabara en un baño de sangre.
Cuando aún quedaban por identificar tres de las 19 víctimas mortales, el jefe de la Policía local, Detlef von Schmilling, confirmó que entre los fallecidos hay al menos cuatro extranjeros, un holandés, un australiano, un italiano y un chino.
Poco después, el Ministerio español de Asuntos Exteriores informaba de que entre los muertos había también dos españolas, cuyas identidades y procedencia no fueron reveladas. Sus familiares, que ya habían sido informados, se disponían a desplazarse a Alemania.
Schmilling acudió a una rueda de prensa testada de periodistas acompañado del alcalde de Duisburgo, Adolf Sauerland, del responsable del operativo policial, Wolfgang Rabe, y del organizador del festival, Reiner Schalle.
Además de las víctimas mortales, de edades entre 20 y 40 años, se produjeron 342 heridos, entre ellos otros cuatro estudiantes españoles, tres de los cuales han sido ya dados de alta, mientras que de la cuarta persona no se informó de su estado.
Para sorpresa, Rabe aclaró que, contrariamente a lo que se había difundido inicialmente, ninguna de las víctimas falleció en el interior del túnel construido en los años 60 y de 10 metros de ancho. Los muertos perdieron su vida en las rampas circundantes o al tratar de trepar por una escalera, principalmente en el lado oeste de la entrada.
Un portavoz de los organizadores, Björn Köllen, se remitió a la investigación judicial al ser interpelado sobre la existencia de una única puerta de entrada al recinto festivo, situado en la antigua estación de mercancías de Duisburgo.
Schmeling, por su parte, explicó que poco antes de la tragedia la policía habilitó un segundo acceso y que en ningún momento se cerraron las puertas de la Loveparade.
Baile de cifras
Tanto Rabe como Schaller se mostraron absolutamente consternados y este último anunció que abandona la organización de la Loveparade, nacida hace 21 años en Berlín y que había anulado ya la cita del próximo año, prevista en la cercana ciudad de Gelsenkirchen.
Uno de los aspectos más criticados de la tragedia, la actuación de la Policía, era matizada ayer por Schmeling. Frente a lo que aseguraron los medios -que solo 1.200 agentes estaban al cargo de la seguridad en la ciudad-, el responsable de la seguridad dijo que eran 4.000, más un millar de empleados privados dentro del recinto.
Rabe señaló que no podía confirmar que el sábado en el entorno de la Loveparade hubiera hasta 1,4 millones de personas. Schmeling dijo que solo podía asegurar que entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde llegaron a la estación de trenes de Duisburgo 105.000 personas.
El responsable del dispositivo de seguridad en la cita subrayó que el aforo del recinto del festival era de unas 300.000 personas, y que en el momento de la tragedia no estaba lleno.
Uno de los mayores críticos del evento es su fundador, Dr. Motte, de 50 años, quien en el diario Bild señalaba a los organizadores como culpables de la tragedia. «La desgracia podría haberse evitado», añadió. También habló de «extremas y graves infracciones» por parte de la organización y cuestionó que el único acceso a la explanada donde está la antigua estación de mercancías fuera el viejo túnel.
