Las salas de La Alhóndiga acogen desde ayer y hasta el próximo 24 de junio la exposición ‘José Regueira. Panorámicas (1919-1930)’, organizada por la Fundación Mapfre en colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad. Es la primera vez que se dedica una muestra monográfica al trabajo de este fotógrafo madrileño, cuya mirada destaca por el peculiar uso que hace de la fotografía panorámica.
La muestra, que fue inaugurada ayer por la concejala de Cultura, Clara Luquero, acompañada por el director general adjunto del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, Daniel Restrepo; y el comisario de la misma, Ricardo González, presenta una selección de 45 fotografías panorámicas de las provincias de Madrid fundamentalmente, aunque también hay imágenes de Segovia, Toledo y Guadalajara.
Según explicó el comisario de la muestra, el historiador Ricardo González, Regueira debe ser ubicado como fotógrafo en dos parámetros, su carácter de aficionado y su condición de madrileño. En cuanto al carácter aficionado de su fotografía, el comisario apuntó “que eran precisamente los fotógrafos aficionados los que podían hacer lo que quisieran; seguramente si se hubiera tenido que ganar la vida con ello, no habría hecho estas fotografías”.
Por lo que se refiere a su condición de madrileño, González indicó que Regueira centra buena parte de su trabajo en Madrid, aunque tuvo una fuerte vinculación con Segovia, donde su familia mantenía una casa de verano en Navas de Riofrío, y que fue un lugar preferente para las excursiones que realizaba la Sociedad Española de Excursiones, a la que pertenecía el fotógrafo.
A la hora de definir la peculiaridad de estas imágenes, Ricardo González apuntó que hasta ese momento existían fotografías panorámicas, “sobre todo en el ámbito de la tarjeta postal y la fotografía de montañismo, pero él da un paso más y hace lo no previsto, baja esa fotos al suelo y las usa para reflejar actos cotidianos de la vida madrileña, como los toros, el fútbol y otros acontecimientos al aire libre, así como las excursiones que realizaban, fundamentalmente a lugares históricos, como Segovia, Toledo o Guadalajara”.
En ese proceso, “Regueira intuye que hay un lenguaje novedoso, un territorio estético que genera narraciones más allá de lo que la vista es capaz de apreciar, algo más cercano a la fotografía que al cine”, dijo el comisario de la muestra. Y es que las imágenes que toma Regueira tienen un ángulo de 142 grados, mientras la vista humana sólo llega a los noventa, de manera que en las fotografías “es posible entrar desde muchos puntos de vista, en encuadres sucesivos”.