Con una cerrada ovación y gritos de «¡Viva Berlanga!», alrededor de un centenar de personas, entre ellos la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y la actriz Concha Velasco, despidieron al cineasta en el cementerio de Pozuelo de Alarcón, la localidad madrileña donde residía.
Los restos mortales del director descansan ya en la misma sepultura donde está enterrado su hijo Carlos, uno de los iconos de la música española de los años 80, fallecido hace ocho años.
A García Berlanga, responsable de hitos del celuloide como ¡Bienvenido, Mr. Marshall! (1952) o Plácido (1961), nacido en Valencia en 1921, le pilló el sábado la muerte a los 89 años en su casa, «tranquilo», según explicó su hijo José Luis.
Por la mañana, en un día que amaneció frío y bajo una persistente y fina lluvia, durante las tres horas que permaneció abierta la capilla ardiente, decenas de ciudadanos y cineastas mostraron su pésame ante el féretro del fallecido, instalado en la Academia de Cine.
Poco antes de partir hacia el cementerio, su hijo José Luis agradeció la «maravillosa» despedida que los amigos, compañeros, representantes políticos y, en especial, la Academia de Cine dieron a Berlanga durante la tarde de sábado y toda la mañana de ayer. En la calle, decenas de ciudadanos aplaudían al realizador cuando su féretro abandonaba la institución de la que era presidente honorífico y cofundador.
Almodóvar aseguró que, con su muerte, desaparece uno de los últimos representantes de «una generación de ilusionistas» de la cultura del siglo XX y reconoció que «a la ahora de hacer una comedia, es casi imposible evadirse de la influencia de Berlanga y Azcona».
«Siempre hablamos de Bily Vilder. Si Berlanga hubiera hecho cine en otra lengua, el mundo entero se rendiría hoy ante su féretro». aseguró el director manchego.
Borau dijo que «gracias a sus películas nos conocemos mejor».
