Cuenta la tradición, que la hermana de Alfonso XIII, la Infanta Isabel y conocida popularmente como ‘La Chata’, aprovechaba el día de San Agustín para regalar fruta entre los asistentes a la celebración del Santo.
Es por ello que cada 28 de agosto, coincidiendo con la fecha en cuestión, la ermita situada en los jardines del Palacio de La Granja, celebra una misa en honor de tan noble acto.
Por aquel entonces, la fruta era un bien escaso del que sólo las clases nobles y adineradas podían disfrutar. Aquello provocaba que las carencias de vitaminas entre la población, que no podían permitirse saborear semejante manjar, dieran lugar a enfermedades, ahora erradicadas, como el escorbuto que causaban estragos entre los más pobres.
La producción de fruta para disfrute de Palacio, hacía que una vez al año se repartieran los excedentes de peras entre el pueblo, ganándose así la pleitesía de sus súbditos., y asegurándoles por un día la ración de vitaminas de las que tanto carecían.
Los secretos que esconden entre su frondosa vegetación estos jardines barrocos no sólo hablan de seres mitológicos y fuentes con historia. La ermita, dedicada al Arzobispo San Ildefonso, fue construída por orden del Rey Enrique IV de Castilla, en el año 1450 por librar de un grave peligro en una de sus cacerías por los montes de Valsaín.
Diseñada por el arquitecto Sempronio Subissati, la cercanía de la ermita con las huertas de palacio han propiciado que se perpetúe una tradición de la que hoy en día los vecinos de la zona siguen participando con ilusión.
Rodeada por parterres y bosquetes delimitados por castaños y tilos, esta ermita celebró la tradicional misa para un aforo que superó el máximo, y donde alrededor de 150 personas pudieron disfrutar de una pieza de fruta, la pera, que fue repartida por el Guarda Mayor de los jardines y una compañera de Guardería.
Con esta peculiar manera de finalizar una misa, el día de San Agustín pone un punto y final de lo más sano y curioso a los actos de celebración que durante casi una semana han copado las agendas de granjeños y visitantes con motivo de las fiestas del patrón.
Sin duda, una noble tradición que resiste el paso de los siglos y en la que esta fruta, la pera, fue la protagonista indiscutible.
