La población empadronada en España ascendía a 47.190.493 personas a 1 de enero de 2011, según las cifras de población difundidas ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), un 0,4 por ciento más que en el año anterior, lo que significa que el crecimiento demográfico tiende a estancarse en valores muy bajos.
Este balance confirma los datos provisionales ofrecidos por el Gobierno el pasado 16 de diciembre y de los que se desprendía un incremento de 169.462 personas en los registros municipales respecto de 2009.
Los datos definitivos revelan que en España las mujeres siguen siendo más de la mitad de la población, con un 50,7 por ciento de empadronadas frente a un porcentaje del 49,3 por ciento de varones. Además, un total de 8,9 millones son menores de 18 años, lo que representa el 17,6 por ciento del Padrón.
Estos guarismos reflejan además que en torno a tres de cada 10 ciudadanos viven en capitales de provincia, mientras que el grueso de los empadronados figuran en municipios que no gozan de capitalidad (67,8 por ciento), aunque de ellos, casi cinco millones viven en localidades de entre 100.000 y 400.000 habitantes.
Por comunidades autónomas, en términos absolutos la que tiene mayor población es Andalucía, con 8,42 millones de habitantes. Le siguen Cataluña, con 7,5 millones, Comunidad de Madrid (6,4) y Comunidad Valenciana (5,1), mientras que Galicia, Castilla y León y País Vasco se mantienen con menos de tres millones de personas.
Por detrás se encuentran Canarias, Castilla-La Mancha, Región de Murcia, Aragón, Baleares, Extremadura y Principado de Asturias. Con menos de un millón de habitantes consignados se sitúan Cantabria, Navarra, La Rioja , Ceuta y Melilla, que cuenta con 78.476 habitantes.
Con respecto a las cifras del año anterior, las regiones que más crecieron son Andalucía, Castilla-La Mancha y Navarra, con un incremento del 0,8 por ciento.
Con todo, los mayores aumentos fueron los experimentados en la población registrada en Ceuta y Melilla, donde la estadística oficial arroja un aumento del 2,2 y el 3,2 por ciento, respectivamente.
Por el contrario, Asturias pierde al 0,3 por ciento de su población y en Aragón y Galicia los empadronados se reducen un 0,1 por ciento, mientras que los habitantes en Castilla y León no sufren variaciones.
Estos resultados, que son poco positivos, están dictados por la difícil situación ecónomica por la que atraviesa el país. Los nacimientos experimentan una ralentización desde hace ya unos años, debido a la falta de trabajo estable que frena la tendencia a crear unidades familiares y tener hijos.
En cuanto a la población extranjera, figuran en el registro 5.751.487 personas de otras nacionalidades, pero en este colectivo los hombres son más numerosos, con un total de 2,9 millones frente a los 2,7 millones de mujeres.
La evolución en los movimientos de este colectivo refleja con claridad que los tiempos de crisis son nefastos para renovar los efectivos demográficos.
Si en la primera década del siglo el incremento de empadronados provenientes de fuera de España aumentó en casi cinco milones de personas, el incremento entre 2010 y 2011 no alcanzó los 4.000 nuevos registrados.
Esto se debe principalmente a que el precario mercado laboral retrotrae a los ciudadanos de países menos desarrollados a la hora de trasladarse a otro lugar, en este casp España, para mejorar sus condiciones de vida.
Pero si ya no entran tantos extranjeros, también es cierto que una cantidad nada desdeñable de los vivían aquí han optado por regresar a sus tierras de origen ante la falta de trabajo.
A pesar de todo hay una nacionalidad cuyos miembros continúan llegando con una constancia progresiva. Los rumanos engrosaron la población española durante 2010 en más de 80.000 censados.Detrás de éstos, los colectivos foráneos más numerosos, aunque en franco descenso, son los marroquíes y los ecuatorianos.
Entre la otra inmigración, es decir, entre los que no vienen a trabajar, sino a vivir, el aumento de británicos y alemanes fue especatular.
