Después de cuatro días en los que su mujer y sus compañeros de partido alabaron sus bondades como persona y como político, ayer fue el turno de Mitt Romney en la Convención del Partido Republicano, que concluyó con la aceptación del exgobernador de Massachusets como candidato a la Casa Blanca. En su discurso, el que ya es oficialmente rival de Barack Obama para el 6 de noviembre prometió un futuro «mejor» para todos los estadounidenses, a la par que hizo varios guiños hacia los «desencantados» con el dirigente demócrata.
Según aseguró, eso pasa por «crear muchos empleos». Acto seguido, reiteró la promesa hecha horas antes por su partenair, Paul Ryan, acerca de que una Casa Blanca bajo mandato republicano generará «12 millones de puestos de trabajo» en los próximos años.
«Al contrario que el presidente, tengo un plan para ello», aseguró Romney, quien reveló que dicho programa tiene «cinco puntos», que van desde la «independencia energética» al impulso del comercio exterior, menos impuestos y gasto estatal y, sobre todo, la revocación de la reforma sanitaria impulsada por el actual mandatario.
«Desearía que Obama hubiera tenido éxito, porque quiero que Estados Unidos tenga éxito», aseveró. «Pero sus promesas solo han llevado a desencanto y división», agregó. «Hoy ha llegado el momento de pasar página, de dejar atrás las decepciones de los últimos cuatro años; ahora es tiempo de revivir la promesa de América», sostuvo el conservador y se comprometió en este sentido a priorizar la economía a cualquier otra iniciativa.
«Obama dijo que iba a frenar el incremento del nivel de los océanos y a curar el planeta», ironizó. «Mi promesa es ayudarles a ustedes y a sus familias», contrapuso.
Aun así, Romney dedicó algunos minutos a trazar algunas líneas de lo que sería la política exterior estadounidense bajo su mandato, y que se basa en devolverle a Estados Unidos el liderazgo que los republicanos afirman ha perdido bajo el mandato demócrata, para lo que prometió mano dura con países como Irán o Cuba y una renovación de las alianzas con «amigos» como Israel.
Consciente de la importancia del voto latino, uno de los sectores que más se le resisten, recordó una vez más el vínculo hispano de su familia, relatando que su padre «nació en México y tuvo que huir con su familia durante la revolución», una confesión con la que buscó, no solo el respaldo de esa comunidad, sino perder esa imagen de hombre distante que le impide conectar con el electorado.
Clint Eastwood, el azote de Obama.- Clint Eastwood mostró ayer su apoyo a Mitt Romney haciendo lo que mejor sabe hacer: interpretar. Ante un público entregado, el veterano actor y director ofreció un monólogo dirigido a una silla vacía ocupada retóricamente por Barack Obama.
El cineasta se presentó por sorpresa como orador antes del discurso de aceptación de Romney y ofreció un improvisado e impasible discurso, a veces con críticas afiladas al presidente y otras apoyando la candidatura del exgobernador.
«Cuando alguien no hace bien el trabajo, hay que echarlo», aseveró en un momento de su intervención, arrancando la ovación de la concurrencia. De vez en cuando, se detenía para regañar a la silla, diciéndole al ausente Obama «cállate» y replicando: «Es mi turno de hablar». «El país es nuestro, los políticos son nuestros empleados. Es hora de que otro venga y resuelva el problema», sentenció.
El mandatario demócrata respondió subiendo una foto en las redes sociales, de espaldas, en el sillón presidencial con esta sentencia: Este asiento está ocupado.
