Por mucha voluntad que tengamos en atender todas las peticiones que nos llegan, al final todo se reduce a una cuestión de dinero, y contra eso hay poco que argumentar». La realista afirmación del delegado diocesano de Patrimonio deja traslucir el sentimiento de frustración que siente al comprobar que el número de peticiones que llegan a la sede diocesana desde los municipios de la provincia para llevar a cabo obras de restauración y mantenimiento en las iglesias y templos superan ampliamente las escasas posibilidades económicas de poder afrontarlas. Así, sobre la mesa del despacho de Miguel Angel Barbado se encuentran un total de 40 solicitudes de otros tantos municipios de la provincia para obras de mantenimiento y restauración, cuyo importe global alcanza 1.470.000 euros.
La drástica reducción de las ayudas institucionales debido a los recortes ha hecho descender sensiblemente la capacidad de intervenir en todos los proyectos que se demandan. De este modo, el convenio tripartito que tradicionalmente firmaban Junta de Castilla y León, Diputación y Obispado a este fin perdió su vigencia y ahora las instituciones otorgan ayudas puntuales para proyectos concretos o firman convenios de ámbito menor como en el caso de la Diputación, que suscribió un acuerdo con el obispado para la conservación de iglesias y ermitas no declaradas Bien de Interés Cultural que el pasado año permitió intervenir en tan sólo cinco municipios de la localidad.
Por su parte, el Gobierno regional ha asumido el coste de proyectos de especial envergadura como el de la reparación de la cubierta de la nave central de la Catedral donde aporta el 50 por ciento del coste total del proyecto, o de otros como las iglesias de Pinarejos y El Espinar, este último pendiente de comenzar las obras.
De este modo, la diócesis es la que asume la «parte del león» en la restauración y cuidado de iglesias, y el pasado año destinó 190.714 euros de recursos propios a intervenciones en Fuentes de Cuéllar, Turégano, Anaya, Perogordo, Tejares, Zarzuela del Monte, Cobos de Fuentidueña, Cuevas de Provanco, Madrona y Santiuste de Pedraza.
Barbado reconoció que en tiempos de dificultad económica como los que atraviesa España, «es difícil encontrar recursos necesarios, pero la crisis también ha servido para concienciar a los ayuntamientos y a los católicos de la importancia de la conservación de sus templos, y son ya muchos los municipios que colaboran buscando recursos para ello o bien realizando el seguimento de cualquier problema estructural antes de que llegue a empeorar la situación de conservación.
