La Cuesta de los Hoyos es una de las vías de acceso a la ciudad y, por ese motivo, soporta un importante tráfico. Sin embargo, durante la última década los cortes en esta carretera producidos por fenómenos naturales, en su mayor parte, pero también por accidentes de tráfico, han sido frecuentes.
En mayo de 2003 el desprendimiento de una gran roca, de más de veinte toneladas, obligó a cortar el tráfico en esta vía. La Junta de Castilla y León, titular de la infraestructura, adjudicó obras de urgencia, con un presupuesto de 350.000 euros . Tres meses después se abría de nuevo a la circulación pero el 31 de agosto de ese mismo año se produjo un nuevo desprendimiento y la carretera volvió a cerrarse.
El Ayuntamiento instó entonces a la Administración regional para que buscara una solución definitiva. Fomento optó entonces por estabilizar el cortado rocoso mediante una malla metálica con la que se cubrieron 10.800 metros cuadrados. El coste de las obras subió a los 600.000 euros.
Las obras, que finalizaron en diciembre de ese año, no estuvieron exentas de polémica, por afectar al entorno medioambiental y patrimonial de la ciudad antigua, e incluso la Fiscalía provincial llegó a abrir diligencias informativas. Fomento contrató trabajos de recuperación de la flora silvestre y en febrero de 2004 el director general de Carreteras del Gobierno regional, Luis Alberto Solís, afirmó que las obras de consolidación en la Cuesta de los Hoyos suponían “una solución definitiva”. El tráfico, con doble sentido, no se recuperó hasta el verano de ese año.
Después ha habido nuevos cortes de tráfico, aunque por espacio de unas horas; el último en marzo del año pasado por el riesgo de caída de árboles a la calzada.
Otros desplomes de rocas importantes.- Aunque hay documentos que acreditan desprendimientos importantes en la ciudad de Segovia desde hace siglos, es en las últimas décadas cuando se han estudiado de forma más detallada. Quizá el más importante, por las consecuencias y por ser relativamente reciente, es el ocurrido el 7 de abril de 2005 en las denominadas Peñas Grajeras, que destruyó el edificio anejo del Santuario de la Fuencisla, causando tres heridos. Poco después, una caída y desplome de rocas ocasionó daños en un vehículo que circulaba por la carretera de Arévalo en la entrada a la Alameda de la Fuencisla. En los años setenta destacan los desprendimientos en la ladera sur del Alcázar y en El Tejerín; estos últimos continuaron en los ochenta, década en la que un deslizamiento del terreno invadió la vía férrea. En los noventa fueron muchos los desprendimientos y fenómenos similares, por ejemplo en la Puerta de Santiago de la muralla, carretera de Villacastín o camino de acceso al Parral.