Tras el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago en torno al año 829, comenzó un movimiento de peregrinación hacia Galicia desde toda Europa que alcanzó su apogeo en los siglos XII y XIII. Para hacer frente a las necesidades de los caminantes, empezaron a surgir a finales del siglo XI los primeros hospitales, antecesores de los actuales albergues, que acogían a viajeros, pobres y enfermos.
«La idea de hospital tiene más que ver con huésped que con enfermo, está ante todo vinculada a gentes de paso, que necesitan recuperarse del cansancio del camino», explica Pascual Martínez Sopena, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, quien resalta que la red hospitalaria «cubrió todos los caminos», no sólo las rutas jacobeas, sino todas las vías de circulación de viajeros, aunque fue más importante en el Camino Francés porque era el más transitado. «En casi todos los pueblos de la ruta había un hospital y en muchos sitios también antes de llegar o al salir de la población, además de en pasos difíciles», comenta el profesor.
Martínez Sopena señala que hasta el último cuarto del siglo XI no existían los hospitales como tal, aunque los monasterios siempre habían atendido a los viajeros y peregrinos. En esa época, la llegada masiva de gentes de paso obligó a responsables políticos y religiosos a optar por «fórmulas más especializadas» y crear «instituciones concretas de asistencia, muchas veces vinculadas a monasterios». Algunas, sobre todo las más grandes, atendían tanto a viajeros como a pobres y enfermos, y otras estaban especializadas en uno de los tres grupos.
En el caso de Castilla y León, los territorios de las actuales provincias de Burgos, Palencia y León llegaron a contar con más de un centenar de hospitales, aunque no coexistieron todos a la vez. Las primeras instituciones asistenciales se construyeron entre los años 1075 y 1090 en Sahagún, la capital leonesa y Burgos. La primera fue fundada por el abad Julián junto al monasterio y disponía de 60 camas, mientras que la segunda fue promovida por el obispo Pelayo en unas casas que había comprado junto a la Catedral y el Hospital del Emperador de Burgos fue creado por Alfonso VI.
El profesor de Historia Medieval de la UVa destaca que la red hospitalaria «atravesó su mejor momento entre los años 1170 y 1270, con instituciones más potentes, con capacidad para atender a mayor número de personas y más número de camas». Las villas más grandes del recorrido fueron las que acogieron más hospitales. En Burgos llegó a haber hasta 32 distintos, la mayoría ubicados en las calles Cabestreros, del Emperador y de Villalón, mientras que en León y Astorga superaron la veintena, y Carrión de los Condes contó con cinco o seis.
Hasta mediados del siglo XIII, la mayoría de los centros fueron fundados por obispos, abades, nobles, reyes y hombres santos, y eran normalmente gestionados por entidades eclesiásticas. A ellos empezaron a sumarse en esa época iniciativas de laicos, sobre todo de gremios y concejos. Todos ellos solían estar identificados con bordones, escarcelas o conchas grabados o pintados en sus fachadas.
Los hospitales pervivieron hasta el siglo XVIII aunque la peregrinación a Santiago decayó en el siglo XVI porque se impuso una nueva forma de ver la religión y porque la ruta jacobea perdió importancia como vía de comunicación al existir otras alternativas como el tráfico marítimo. «Pero seguía habiendo gente viajando y comerciando, por lo que los lugares de acogida seguían siendo necesarios y pervivieron aunque no fueron tan florecientes como en siglos anteriores», señala Martínez Sopena, quien añade que desde el siglo XVI predominaron las fusiones de antiguos centros sobre las fundaciones.
