Castilla y León está considerada como la región de la Europa Occidental con mayor territorio natural. Su diversidad no solo es una maravilla ecológica. Esta riqueza paisajística supone, además, un reclamo turístico de primer orden. La región acumula rincones de belleza incomparable en cada extremo; desde Zamora, con su Lago de Sanabria, su Sierra de la Culebra o sus Lagunas de Villafáfila (sin olvidar Los Arribes del Duero, territorio compartido con la provincia salmantina) hasta la joya natural por excelencia de León (parte de Los Picos de Europa se asientan allí).
Mientras, la Sierra de Gredos reparte el protagonismo entre Salamanca y Ávila. Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar del Monte Santiago, pero también de los macizos montañosos de la Sierra de La Demanda, de las reconocidas montañas de Urbión o de la Sierra de Ancares. Estas son solo algunas de las zonas de montaña que entusiasman a los amantes de la naturaleza.
Avistamiento de aves
Quienes estén interesados en emprender un intenso recorrido por los Espacios Naturales de Castilla y León podrán apreciar el encanto de la observación de las aves, así como respirar aire puro sobre la bicicleta o encontrar la calma paseando a caballo junto al río. La micología es otra de las diversiones que atrae a una gran cantidad de público amante de los hongos en la temporada otoñal. La montaña soriana o el área que comprende la Peña de Francia salmantina son dos de las zonas que reúnen a una mayor cantidad de visitantes en busca del boletus más preciado.
Por supuesto, los excursionistas que se lanzan a conocer alguna de estas provincias lo hacen también en verano, pretendiendo impregnarse de la calma que aporta un buen baño en un lago o en una piscina natural a la vera de un bosque. ¿Y por qué no? También en invierno, en plena temporada de nieves. Los Piornos nevados abulenses de la Sierra de Gredos, las estampas blancas y bucólicas del Alto Curueño leonés, la imagen de película navideña de la encantadora villa salmantina Candelario… Estas y otras son propuestas cautivadoras durante la fase más gélida del año. Y es que, cualquier época es idónea para conocer alguno de los Parques Naturales que posee esta Comunidad y fotografiar sus amaneceres inigualables.

Una de las propuestas más aclamadas es el Parque Hoces del río Riaza, en el nordeste segoviano, en el límite con Burgos. Sobresalen en este escenario sus paredes calcáreas y la frondosa vegetación. Fresnos, encinas, quejigos, sauces blancos y chopos adornan las famosas rutas en las que los asistentes descubren leyendas de la zona. No hay que dejar fuera de esta lista de los entornos naturales más representativos de Castilla y León a, quizá el más turístico de todos, debido a su cercanía con Madrid. Se trata del Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama, que comprende paisajes entre la capital del país y la provincia segoviana.
Mientras, y ya instalados en Burgos, podemos rendir visita a las hoces del Alto Ebro y Rudrón. Aquí se observa un paisaje de descomunal belleza donde los estrechos fondos de valle encajados entre escarpados desfiladeros contrastan con los extensos páramos, prácticamente llanos, situados a mayor altitud. En ellos, la perspectiva se abre en amplios horizontes. Sin salir de la provincia burgalesa, aunque tocando con el País Vasco, debemos resaltar la importancia de los Montes Ovarenes- San Sazornil. En este parque natural podemos visionar cañones que forman hoces como las del río Sorbón, que desemboca en el Ebro. Las Merindades y La Bureba son las comarcas destacadas de este insólito lugar en el que se celebran numerosas rutas de senderismo.
Por su parte, para conocer la masa de sabinas más septentrional del continente, debemos desplazarnos hasta Palencia. Concretamente, hasta el norte, en la frontera de León y Cantabria. En el Parque Natural Fuentes Carrionas y Fuente Cobre se sitúa el refugio de una especie emblemática y en peligro de extinción. Hablamos del oso pardo. Este paraje no es uno de los más turísticos de Castilla y León, pero, sin duda, es uno de los más originales y atractivos. Por cierto, cuando la montaña palentina se cubre de un manto de nieve, es posible ver las huellas de esos osos.
Un auténtico jardín botánico
De intensa belleza también es el Parque Natural de Las Batuecas, en la mencionada Sierra de Francia, en Salamanca. Este lugar fue designado en su día Bien de Interés Cultural y en él confluyen todas las especies vegetales imaginables del mundo mediterráneo, por lo que es considerado un auténtico jardín botánico. La espectacular Cascada del Chorro es una de las maravillas alabadas por los visitantes, quienes se deslumbran cuando tienen la oportunidad de contemplar un ejemplar de cigüeña negra, la reina de los cielos por estos lares.

Pasamos a Soria y a su Parque Natural Cañón del Río Lobos. Fue declarado así a mediados de los 80, convirtiéndose, de este modo, en una de las primeras áreas protegidas en la región. En una parte de estos más de 20 kilómetros de cañón, constituido por el serpenteante recorrido del río Lobos, se ubica la conocida Ermita de San Bartolomé, una construcción del siglo XIII con un misterioso origen templario. Quienes se acerquen a la provincia soriana no deben olvidar pasearse por la más famosa laguna de origen glaciar de la península: la Laguna Negra. El mismísimo Antonio Machado describió este particular escenario en La Tierra de Alvargonzález, una leyenda para relatar en este particular viaje por los Campos de Castilla.
Por su parte, un Parque Natural que obtuvo tal reconocimiento en un momento más cercano al actual fue el de Babia y Luna. De hecho, no fue hasta el año 2015 cuando estos fabulosos rincones leoneses, que aglutinan los macizos calizos de Peña Ubiña, el área de Picos Albos y Peña Orniz, y las elevaciones del Alto de la Cañada, recibieron esta denominación.
También es Reserva de la Biosfera por la UNESCO, puesto que se trata de una zona con un valor ecológico y paisajístico inconmensurable. La interconexión entre la cordillera oriental y la occidental permite que los osos pardos y los lobos ibéricos se trasladen de una zona a otra.
Es este, por tanto, un espacio idílico y de gran valor no solo en lo que se refiere a la flora, sino a la fauna. Y su encanto va más allá, ya que también se le reconoce a este paraje una gran importancia etnográfica. No debemos olvidar que fue aquí donde se expandió el primer reino cristiano durante la Reconquista (el Reino de Asturias, finalmente transformado en el Reino de León). El aislamiento de esta área, además de permitir conservar los ecosistemas que perviven en la zona, ha facilitado que perduren a lo largo de los siglos las formas y los modos de vida de la montaña leonesa. Por tanto, organizar una salida a este entorno resultará una experiencia inolvidable. Los que apuestan por ello suelen descubrir también la magia de algunos pueblos que escoltan estos paisajes como Villafeliz, Robles de Laciana o Caboalles de Abajo. Los descritos en estas líneas son algunos de los escenarios naturales más impactantes de la Comunidad, una región rica en espacios salvajes que nunca dejamos de descubrir.
