El Museo de Segovia presentó ayer la obra ‘Ecce Homo’, atribuida al pintor barroco Francisco Camilo (1615-1673), y cedida en depósito al centro cultural. El acto contó con la presencia del delegado territorial, José Mazarías, del depositante del cuadro, Manuel Solana Romera, del historiador de arte Cipriano García-Hidalgo Villena y del director del Museo de Segovia, Santiago Martínez.
Con este depósito, el Museo de Segovia incrementa la calidad de pintura moderna en su exposición permanente, que ya cuenta con una interesante representación de obras pictóricas y grabados de época renacentista y barroca, entre los siglos XV y XVIII, tanto de autores internacionales de gran importancia, como Ambrosius Benson, Alberto Durero y Rembrandt, como de autores hispanos de ámbito nacional y regional.
La obra procede de la colección privada de Manuel Solana, quien ya ha realizado depósitos en el Museo de Segovia de obras de autores como Antonio A. Palomino, Vicente López, Eliseo Meifrén, José San Bartolomé y Agustín Redondela.
El cuadro de Francisco Camilo representa a Jesús como Ecce Homo, con busto prolongado, prácticamente medio cuerpo, mostrando todo el torso, cabeza y extremidades superiores. La figura se recorta sobre un fondo rojizo oscuro, resaltando así la palidez de la piel. Tiene la cabeza ligeramente inclinada y la mirada hacia arriba, con facciones delicadas. Lleva corona de espinas formada por varias ramas de arbusto espinoso especialmente gruesas, dotando así el elemento de una gran presencia. Lleva las manos atadas con una soga, que también rodea su cuello, a la altura de las muñecas y en su mano derecha porta la vara de caña. Un manto rojo carmesí cubre la parte inferior del torso, con ondulaciones que crean volumen y resaltan las manos.
Este Ecce Homo presenta cercanía con el ‘Cristo Yacente’ de Francisco Camilo del Museo del Prado, fechado de manera general en el segundo tercio del siglo XVII, con idéntica disposición de nariz y boca entreabierta. También la semejanza se encuentra en el modelo de las manos, que son muy peculiares en la manera que tiene Francisco Camilo de pintarlas, con dedos largos y afilados y siempre haciendo una forma que tiende a estilizarlas de manera fusiforme. También es característico de Camilo el modo en el que pliega los paños, así como los brillos y sombras de éstos. Las figuras de Francisco Camilo muestran un gusto por recrearse en la representación de las telas, dando a sus pinturas un aspecto menos duro, más cercano al manierismo que al barroco naturalista, pero que le conecta bien con las corrientes más pictóricas, inspiradas en los venecianos y avanza en el barroco pleno.
Ecce Homo es la representación de Cristo coronado de espinas, con el manto púrpura y la vara de caña a modo de cetro. De esta forma es en la que fue presentado ante el pueblo de Jerusalén por el gobernador Pilatos en el momento previo a la crucifixión.
La iconografía del Ecce Homo depositado en el Museo de Segovia es un homenaje a la tradición de pinturas devocionales que se inician en los ejemplos de Tiziano, pero desde un punto de vista completamente original. La fuerte presencia de la cuerda anudando las manos, el fondo oscuro donde la figura queda realzada por la luz, el gesto ligeramente ladeado de la cabeza y que ninguna de las figuras mire hacia el espectador, son elementos coincidentes tanto en las obras de Tiziano como en la que aquí se estudia. Sin embargo, este Ecce Homo pretende homenajear a Tiziano, inspirarse en él, pero no copiar ni reproducir su modelo.
