Ya son 45 años los que se lleva celebrándose la carrera con la que los segovianos despiden el año. Una iniciativa que partió del concejal Ángel García Nuño y el club Joaquín Blume empezó a organizar. Una prueba que inicialmente no conocía prácticamente nadie y que los pocos corredores que participaban pasaban desapercibidos. Con una serie de cambios en el recorrido, con la búsqueda de una mayor financiación y siempre con el apoyo logístico del Ayuntamiento la carrera fue adquiriendo un mayor reclamo entre la población.
Estos ajustes provocaron que hubiera que contratar los servicios de cronometraje, separar la prueba de los adultos de las de los pequeños, adecuar el recorrido a las necesidades de los corredores y espectadores, cobrar por adquirir el dorsal, contratar un seguro, etc. Todas estas actuaciones fueron apreciadas, unas más que otras, por los participantes, haciendo que la expectación fuera aumentando y se convirtiera en una tradición. A su vez, ‘El Blume’ fue ampliando sus ingresos económicos.
Los cambios en la dirección organizativa, no entro a valorar las razones de ello, no disminuyó el interés por participar, así como tampoco se notaron carencias en la logística. En esta vuelta a los orígenes, se han registrado más de tres mil inscritos, se han vuelto a realizar novedades en el recorrido, en el que se ha perdido la calidez y el aplauso del espectador. Por otro lado, se ha permitido que el tráfico de vehículos se compartiera con los corredores, con el consabido peligro, así como no se ha podido dar la camiseta conmemorativa a todos los inscritos, entre actuaciones a mejorar.
Seguro que todas estas apreciaciones se tendrán en cuenta para que la siguiente edición mejore las prestaciones, aunque el balance de beneficios económicos no sea tan suculento para el Club. Y, por supuesto, que no se olviden de que la carrera pertenece a los que la corren y animan, no a los que la organizan.
