El desierto de Marruecos se ha convertido en uno de los escenarios más utilizados por los organizadores de pruebas de raid. Más allá del Dakar o de la Titan Desert, existen otra serie de pruebas con menos nombre pero igual de espectaculares. Una de esas pruebas es el rally amateur de resistencia ‘Panda Raid’, en el que tomó parte el segoviano Alfonso Palomo, director comercial de la empresa Octaviano Palomo, formando equipo con el madrileño Álvaro Sánchez, “un amigo mío de Madrid, que fue quien me comentó la posibilidad de formar parte de este Raid. Nos compramos un Panda, lo arreglamos, hicimos los trámites y nos lanzamos a la aventura”.
Y la aventura fue de las inolvidables, “recorriendo más de 3.000 kilómetros en siete días por todo el desierto de Marruecos”, junto con otros 270 ‘Pandas’ en un raid que normalmente se realiza en marzo, “pero que este año se ha hecho en mayo con temperaturas de 45 grados”, afirma Palomo, que compartió volante con su compañero en jornadas que se prolongaron hasta las nueve horas “y sin poder bajar la ventanilla, porque si las bajabas te comías todo el polvo, y estos coches no tienen aire acondicionado. Al final utilizabas la técnica de empezar a sudar y así refrescarte con tu propio sudor”.
El Panda Raid tiene un fuerte componente deportivo porque no deja de ser una prueba que premia a los más rápidos atravesando el desierto “y había una veintena de equipos más que preparados para esta competición”, dentro de una lista de participantes que incluía portugueses, italianos, ingleses, belgas e incluso argentinos. Pero Alfonso Palomo quiso incidir en el aspecto más humano de la aventura, “porque había un compañerismo increíble que lograba convertir los momentos malos en buenos, porque siempre había alguien para echarte una mano si sufrías algún percance. Yo lo comparo con el Camino de Santiago, pero en un Panda y por el desierto”.
Como en cualquier prueba de estas características, hubo momentos para centrarse en lo deportivo “porque los primeros días íbamos muy bien entre los sesenta mejores”, y también para valorar otros momentos, “como los de encontrarte niños en los caminos del desierto que no sabes de dónde han salido, y ver sus sonrisas cuando les dabas cualquier detalle y con eso ya había merecido la pena estar toda la jornada sufriendo todo el calor”. señala Alfonso Palomo.
LA MAGIA DEL ARCO DE LLEGADA
La aventura en el aspecto personal no pudo ser mejor, “porque este tipo de pruebas saca todo lo que llevas dentro, y aunque durante los días de competición, cuando estás en un campamento que es un hotel de ‘menos 5 estrellas’ duchándote con un hilo de agua llegas a preguntarte qué pintas tú allí, en el momento que cruzas el arco de meta sientes una exaltación del esfuerzo que has hecho, de la amistad que has creado”. Y, como quiera que el apartado deportivo siempre es mejorable, Palomo y Sánchez quieren volver al Panda Raid. “Todos tenemos un fondo aventurero, sólo tenemos que dar el paso. Es como subir una duna de 400 metros que sólo puedes hacer en primera marcha y sin parar porque si paras te hundes entero, y cuando llegas a la cima y miras hacia abajo piensas: ¿Cómo bajo esto? Porque no puedes mover mucho el coche al bajar, ya que si rompes la dirección vas a volcar. Pero piensas que, ya que estás ahí, tienes que ir hacia delante”.
