Tras la avalancha de noticias y desmentidos de la víspera, cuando se llegó a anunciar la localización, e incluso la liberación de los tres cooperantes catalanes secuestrados en Mauritania mientras participaban en una caravana de reparto de bienes entre las ONG de la zona, la jornada de ayer se caracterizó por el completo mutismo de todos los implicados, que no aportaron novedad alguna relevante sobre el caso. De hecho, a falta de reivindicación, ni siquiera pudo confirmarse que haya sido una facción de Al Qaeda la responsable del cautiverio y, aunque esa sigue siendo la hipótesis más probable, tampoco está descartado que se trate de una banda de delincuentes comunes con móviles estrictamente económicos.
Ante tal desorientación, el Gobierno se limitó a informar de que «trabaja» intensamente para conocer «la localización exacta» de Albert Vilalta, Roque Pascual y Alicia Gámez.
Según un comunicado que el Ministerio de Asuntos Exteriores emitió inmediatamente después de la celebración de la primera reunión del comité técnico constituido para hacer un seguimiento sobre el secuestro ocurrido el pasado domingo, «se siguen manteniendo contactos a todos los niveles, tanto con las autoridades mauritanas como con las de los países de la zona».
La nota del departamento que dirige Miguel Ángel Moratinos no dio ni un solo detalle más sobre las circunstancias en las que se produjo el ataque a la caravana de 13 vehículos, asaltada cuando transitaba por la carretera que une Nuadibú y Nuakchot, y se limita a insistir en la necesidad de actuar con «la debida prudencia y cautela» para que no se repita el desconcierto de rumores y desmentidos que tuvo lugar el martes.
Ese mutismo de Madrid se reprodujo, con elementos aún más intranquilizadores si cabe, en la propia Mauritania, puesto que apenas unas horas después de que el presidente del país ofreciera públicamente su absoluta colaboración para esclarecer el secuestro, el propio Mohamed Uld Abdelaziz destituía al general Ahmed Bekrine, jefe del Estado Mayor de la Gendarmería Nacional, el cuerpo a cuyo cargo está la búsqueda de los cooperantes, junto con las Fuerzas Armadas.
El uniformado ha sido reemplazado por el coronel N’Diaga Dieng, hasta ahora secretario general de Defensa, pero nadie especificó si el cese tiene alguna relación con el cautiverio de los españoles, aunque parece evidente que no contribuye a facilitar las tareas de rescate.
El relevo resulta aún más chocante habida cuenta de que el destituido estaba considerado como un hombre cercano a Abdelaziz, con quien ha colaborado estrechamente desde que éste tomó el poder, en verano de 2008.
La última vuelta a la tuerca de la confusión la dieron varios partidos políticos marroquíes, que destacaron -de acuerdo a los intereses del escasamente democrático régimen del rey alauita, Mohamed VI-, la coincidencia entre la huelga de hambre de la activista saharaui Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote con el secuestro, y aseguraron que «algunos grupos implicados en actos terroristas en la región» cuentan con la connivencia de los refugiados saharauis de Tinduf.
