Dicen que el miedo guarda la viña, y en el mundo del ciclismo, que las fuerzas que no hayas gastado hoy, te quedan para mañana. Este inicio tan poco adecuado a una etapa ciclista, la primera de la Vuelta a Segovia, en la que los corredores promediaron una media de casi 44 kilómetros por hora, viene a cuento por el hecho de que no pocos de los favoritos a la victoria final optaron por guardar sus fuerzas de cara a una segunda etapa, la de hoy, en la que los exigentes puertos de Navacerrada y Navafría obligarán a los candidatos a exprimirse.
Quizá por ello, porque la segunda etapa se ‘come’ todo el interés de los corredores, la primera jornada de la ronda segoviana resultó muy movida, como corresponde a una etapa inicial en la que las fuerzas están intactas, pero algo menos alocada de lo que solían ser en ediciones anteriores, cuando con solo dos días de competición los corredores podían salir a darlo todo desde el primer kilómetro.
De esta manera, las escaramuzas se sucedieron durante toda la etapa, pero el pelotón mostraba su puño de hierro impidiendo que las fugas alcanzaran unas diferencias que pudieran hacer pensar en algo más que en una aventura de pocos kilómetros.
La escapada que más tiempo duró la protagonizaron en la zona de Navas de Oro Albert Muela (Controlpack) y Samuel Rodríguez (Rías Baixas), que con Gerard Armillas (Team Compal) ejerciendo de acompañante durante algunos kilómetros, llegaron a sumar más de un minuto de renta sobre el pelotón. Pero en el ascenso al Alto de Constanzana comenzó a verse claro que el gran grupo no tenía ganas de aventuras largas, y aunque tras el descenso la desventaja se acercaba al minuto y medio, la bondad de la carretera por la que se transitaba favorecía claramente a los de atrás antes que a la pareja de delante.
El calor apretó de firme, y no faltaron las caídas, como una de Genis Soriano que tenía mala pinta, aunque finalmente lo que parecía una rotura de clavícula se quedó en algo menos, y otra que se produjo en Sauquillo de Cabezas que afectó a una decena de corredores. El ritmo del pelotón en la intención de dar alcance cuanto antes a los fugados puso en jaque a no pocos ciclistas, y cuando la pareja de escapados se reintegró a la disciplina del grupo, éste ya no caminaba con todos sus efectivos.
La ventaja que tiene cualquier organizador de prueba ciclista en Segovia es que la llegada en el paseo Ezequiel González siempre aporta espectáculo, entre otras cosas porque la Cuesta de los Hoyos cumple con su función de criba importante entre los que llegan al final con fuerzas, y los que se han vaciado tanto en los kilómetros anteriores que el pavés les deja sencillamente clavados.
Con las fuerzas justas Así, tras algún momento tenso en el inicio de la subida, el uruguayo Mauricio Moreira se colocó en cabeza, y lanzó un ataque continuado que no encontró respuesta en sus perseguidores. El ciclista del Caja Rural se vio con unos metros de ventaja, y apretando los dientes siguió y siguió hasta aparecer en la rotonda de Cándido con una distancia suficiente como para, prácticamente desfondado, cruzar la línea de meta con cuatro segundos de distancia sobre los ‘lobos’ que le acechaban por detrás, con José Daniel Viejo y Óscar Pelegrí, este último ganador de la última etapa de la vuelta 2015 y por lo tanto perfecto conocedor de la llegada, dando paso a un grupo de alrededor de veinticinco unidades.
Moreira se bajó de la bici, se quedó sentado en el suelo, y tardó varios minutos en coger el aliento suficiente como para sonreír por su victoria en la primera etapa de la vuelta. “Estoy acostumbrado a correr en Uruguay a más de 40 grados, así que este calor no me afecta tanto”, señalaba al finalizar la etapa, pero no se mostraba tan optimista a la hora de valorar la etapa de hoy, “porque no hay muchos puertos por donde entrenar en mi país”. Así que la segunda etapa de la vuelta se plantea decisiva, con un buen número de corredores bien colocados para asaltar la clasificación general. El desenlace, en Torrecaballeros a partir de las siete y media de la tarde.
