Más de 235 muertos y 1.557 heridos era el último balance oficial a cierre de edición de este periódico de un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter registrado la tarde del sábado en la costa norte de Ecuador —madrugrada en España—, y al que siguieron más de cincuenta réplicas.
El país decretó el estado de excepción y movilizó al menos a 14.000 efectivos de la Fuerza Pública. Equipos de rescate y perros especializados en búsqueda de personas trabajaban para localizar posibles supervivientas en las estructuras colapsadas.
El terremoto, considerado como el más fuerte desde el ocurrido en el año 1979, afectó especialmente a Pedernales y Portoviejo, en la provincia de Manabí, donde se mantiene el estado de excepción al igual que en otras cinco provincias.
“Barrio Tarqui de Manta muy afectado. Pedernales destruido. Vicepresidente se dirige a Portoviejo”, informó el presidente Rafael Correa a través de su cuenta oficial de Twitter, quien volvió a Ecuador en la tarde de ayer desde Roma tras cumplir una gira académica.
Pedernales es una ciudad de unos 30.000 habitantes y se encuentra en la zona más afectada por el seísmo, de magnitud 7,8 en la escala de Richter, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
“Hay que ser cuidadosos por escombros y postes caídos. Seguridad pública controlada. Albergues preparándose. Todo el país movilizado. Gracias al mundo entero por solidaridad”, añadió Correa.
Horas antes, el presidente ecuatoriano informó de que había firmado un “decreto de excepción y movilización nacional” por el que se activan líneas de crédito de contingencias con multilaterales. “País en emergencia. Hoy más unidos que nunca. Daños son graves y tenemos decenas de muertos. Terremoto más fuerte de las últimas décadas”, apuntaba a través de un mensaje en Facebook.
El seísmo, que habría tenido casi un minuto de duración, tuvo su epicentro en la costa de Esmeraldas, concretamente cerca de la localidad de Muisne, en el norte de Ecuador, aunque también se llegó a notar de manera importante en la capital, Quito, y en la ciudad de Guayaquil, la segunda mayor del país. El epicentro se localizó a 170 kilómetros al norte-noroeste de Quito.
En ausencia de Correa, el vicepresidente Jorge Glas lideró el Comité Nacional de Operaciones de Emergencia que se mantenía activo en el centro de operaciones de emergencia ECU 911 en Quito.
A su vez, el ministro de Turismo, Fernando Alvarado, informó de que el 100% de la flota aeronáutica (aviones de empresas públicas Petroamazonas, PetroEcuador, TAME, helicópteros de la Policía y Fuerzas Armadas) estaba lista para movilizarse. Los aviones de la estatal TAME transportaron a policías, médicos, bomberos y Cruz Roja a las zonas más afectadas.
Según información proporcionada por el Inocar al vicepresidente de la República, Jorge Glas, no existe alerta de tsunami por lo que las personas que evacuaron sus casas pudieron regresar a sus viviendas una vez terminada la alerta de prevención.
Los mandatarios de Colombia, Paraguay, Venezuela y Perú enviaron mensajes de apoyo y solidaridad al gobierno ecuatoriano al igual que el Gobierno español, que trasladó sus condolencias a los afectados por las “consecuencias catastróficas” del terremoto.
También la máxima responsable diplomática de la Unión Europea, Federica Mogherini, anunció la activación del Mecanismo Europeo de Protección Civil para comenzar a recabar ayuda para los afectados por el seísmo. “Los estados participantes en este mecanismo están analizando la clase de ayuda que pueden aportar”, explicó Mogherini, quien una vez más expresó su total respaldo la primera línea de efectivos de rescate, “que están haciendo un trabajo heroico para salvar vidas bajo circunstancias muy difíciles”.
