Cuando Simeone fue expulsado aplaudió, alzó los brazos e hizo un gesto de aprobación. En ese momento señaló al resto de aficionados que él estaba allí yque un día llegó para ordenar una casa en la que los juguetes siempre estaban por medio. Precisamente el carácter que Simeone ha imprimido sobre este equipo fue lo que le hizo justo vencedor de la Supercopa.
Y, como casi todo, ha sido una cuestión de un antes y un después. El antes, la final de Copa del Rey en el estadio Santiago Bernabéu, el después todo lo demás. Aquel día el Atlético se despidió para siempre de sus fantasmas. De ser simpático pasó a ser rival y eso, todo eso, ha sido una cuestión del Cholo.
El Atlético de Madrid marcó muy pronto lo que atrajo aquellos espíritus de Lisboa. Si bien es cierto que la importancia es mucho menor, la manera de plantarse en el terreno de juego fue, en ambos partidos, una lección de Simeone a Ancelotti. Una férrea defensa -y agresiva-unida a los peligrosos contragolpes que ya harían campeón al equipo del Manzanares la pasada temporada.
Eso y un doble error defensivo, más la lucha de Mandzukic y Griezmann (en la jugada del gol desprendieron un aroma de llevar en la casa años) hicieron lo demás. Mandzukic peleó con Varane. Y ganó. Griezmann peleó el balón por alto con Ramos. Y ganó. El resto fue un disparo de Mandzukic de los que duelen imparable para Iker Casillas.
El Madrid salió de inicio sin Cristiano pero había arriba dinamita. Una vez más el conjunto blanco intentó explotar la banda izquierda de los colchoneros cubierta por Siqueira haciendo las funciones, ay, de Filipe Luis. Por allí pasaron Bale, con más suerte que acierto y Coentrao, sin acierto ni suerte.
El peligro del Madrid estuvo en las botas de James Rodríguez. Suyas fueron las tres ocasiones del Real Madrid en la primera mitad. Es destacable su juego de espaldas, el modo de colocar el balón para el disparo. No era el día.
La segunda mitad, con Cholo Simeone incorporado al lateral del Vicente Calderón, escoltado y con asientos libres (dejó de ser el conductor para ser el ‘conducator’) sin parar de dar instrucciones, comenzó con Cristiano Ronaldo en el terreno de juego. El partido, sin Kroos, fue un correcalles del que pudo beneficiarse el Atlético.
Mandzukic y Griezman, arropados en las contras blancas por un mariscal Tiago, condujeron con velocidad los balones divididos que, como en un juego de estrategia, gabanan sistemáticamente los de rojiblancos.
Pero el Atleti siempre guarda un susto para el final, un motivo para que existan los desfibriladores. Ramos estuvo a punto de poner la igualada en el 92 y pico ¿recuerdan la historia? Pero no era el día.El Atletico de Madrid se coronó en un triunfo de la honra madrileña por encima de la importancia del título. Fue el momento de levantar las copas y brindar por lo que fue pero, sobre todo, por lo que quede por llegar.
