Carlos Sanz es segoviano, tiene 25 años y ha estudiado Ingeniería Industrial Superior en la Universidad Carlos III de Madrid. En 2011, poco antes de acabar la carrera, pasó un semestre en Austria como estudiante Erasmus. En septiembre de ese mismo año, con una asignatura pendiente y “gran curiosidad por la vida en el extranjero y, en particular, en países de habla germana”, se presentó a la primera edición del programa ‘Destino Alemania’ de la Cámara de Comercio de Segovia.
Cuenta que esa oportunidad se presentó en el momento adecuado. Era la ocasión de aprender otro idioma y asentar las bases para una posible migración en un momento nada favorable para España, añade, especialmente si se tiene en cuenta que no tenía experiencia laboral previa. Admite Carlos que vio, como mínimo, “una alternativa temporal y organizada a la lenta y frustrante búsqueda de empleo en nuestro país” y no se planteó , ni se plantea todavía, hacer planes a largo plazo. Se trataba de disfrutar de la experiencia, enriquecerse con el conocimiento de otro idioma, de otro país, hacer nuevas amistades y ver qué ocurría.
Y lo que ocurrió fue que en su única entrevista de trabajo conseguida en Alemania le ofrecieron un empleo nada menos que a miles de kilómetros, en Corea del Sur. Carlos se registró en la oficina de empleo alemana y recibió cartas con puestos vacantes que encajaban en su perfil profesional. Tras finalizar el curso en la ciudad de Bremen, ya de vuelta a España, donde superó con éxito la asignatura pendiente para finalizar la carrera, recibió una carta que iba a cambiar su vida y la de su novia Jasmin.
Una empresa surcoreana de ingeniería mecánica pero con capital alemán le ofreció el puesto de trabajo que ahora ocupa en el extremo sur de la península de Corea. “Las condiciones de la oferta eran buenas, cumplían mis expectativas en un campo que se corresponde con mi preparación universitaria, teniendo en cuenta que es mi primera experiencia laboral, y además en un sitio diferente que me ofrece una experiencia bastante positiva y exclusiva”, comenta este joven ingeniero. Matiza, sin embargo, que antes de aceptar la oferta “tan solo comenté en la entrevista que mi decisión estaría muy condicionada a si mi novia pudiese contar también con una oportunidad laboral en la ciudad de destino”. Tras conocer el perfil profesional de ella, le ofrecieron un puesto en la misma empresa y la decisión fue fácil de tomar, añade.
Ha pasado casi un año y Carlos, que no muestra preocupación por el empeoramiento de las relaciones con la vecina Corea del Norte, destaca el potencial del país asiático que le ha acogido. Afirma que los coreanos son honrados, amables, hospitalarios y tradicionales. La única desventaja que apunta es que también son muy protectores con sus semejantes, lo que le exige un esfuerzo añadido “en paciencia y tenacidad” para desempeñar su trabajo satisfactoriamente y hacerse un hueco en su estructura de confianza.
Por lo demás, parece adaptarse bien a la vida allí, incluso ha hecho amigos en un equipo de fútbol con el que juega en su tiempo libre. Ven cine internacional en versión original y siguen series y eventos deportivos por internet.
“De las relaciones con Corea del Norte no puedo decir gran cosa. Lo que sé es, principalmente, lo que cuenta la prensa española. Los surcoreanos no se lo toman muy en serio, no hablan mucho de los vecinos de arriba y parece que están ‘acostumbrados’, por decirlo de alguna manera, a las fanfarronadas de lo del norte”, concluye.
