Un policía municipal relató ayer en el juicio que se celebra por la tragedia del Madrid Arena que logró sacar a Rocío Oña, una de las víctimas mortales, de la avalancha que se produjo en uno de los vomitorios y, ante las dificultades de avanzar entre la multitud y encontrar la enfermería del recinto al estar “mal señalizada”, tuvo que practicarle durante media hora un masaje cardiaco en una de las barras del pabellón.
El testigo relató que durante el espectáculo salió varias veces al exterior porque no le gusta el tipo de música que esa noche sonaba en el recinto. En una de las vueltas vio cómo personas con chalecos amarillos bajaban corriendo y decidió ver qué pasaba tras escuchar una detonación, pensando que podría ser de arma de fuego.
“No era consciente de que era una avalancha. La gente estaba nerviosa y llamando al 112. Vi como ocho ó nueve porteros intentaban sacar a gente. Intenté hacer un cordón de seguridad con unos chavales”, recordó. Tras ello, decidió entrar en el tumulto y ayudar.
Logró liberar a Rocío Oña, quien estaba tendida con las pupilas dilatadas y la boca abierta. “Sabía que estaba muy grave. Sabía que había enfermería pero eso era laberíntico. A mi juicio estaba mal señalizado. La gente que estaba a cuatro metros no sabía lo que pasaba y era difícil avanzar. Pensarían que era una amiga borracha. Vi una barra de Coca-cola y la dejé encima. Le practiqué un masaje cardiaco y le limpié la boca porque había vomitado”, aseguró. “Estuve media hora, tenía calambres en los brazos. Pasaron 30 minutos hasta que llegó un médico. Se me hizo eterno”, matizó.
Además, relató que a continuación entró un ATS de la organización. “Era un chaval joven, con una mochila que llevaba material médico. Estaba muy nervioso. Se me quedó mirando y creo recordar que me preguntó: ‘qué hacemos’. Le dije que era una parada y le comenté que tenía conocimientos de primeros auxilios porque había sido socorrista”, aseguró. Tras varios minutos llegó una unidad del Samur y la asistieron en el pasillo.
Poco antes a su comparecencia, uno de los camareros de la fiesta, contratado por Diviertt, señaló que había gente de seguridad por la zona donde se encontraba su barra, en la primera planta del pabellón enfrente a una de las escaleras.
“Un chico se aproximó a la barra con una chica y la dejó encima. Vimos si respiraba. Le intentamos hacer la respiración artificial. Yo me puse encima de la barra para hacerle el masaje cardiaco. Llamamos al Samur. Llegó gente de seguridad y se la llevaron. No llevaban identificación de que trabajaran allí. Morcillo, el encargado, vino preguntando por la chica”, recordó.
Tras ello, relató que al salir vieron en el pasillo “un comportamiento que no era normal. Vimos un chico sujeto al cerco de la puerta y dos amigos suyos intentando taponar el pasillo. Había chicos en el suelo simulando remar en el suelo”, agregó, especificando que eran alrededor de las doce y media de la noche.
