Cristina Valcárcel recibe a los clientes con una amplia sonrisa, que solo pierde momentáneamente cuando sirve los platos en el comedor con cara de concentración. Muy cerca de ella, tras las puertas de la cocina, Susana Álvarez se afana en ayudar a la cocinera a darle el último toque al menú solicitado por los comensales.
Las dos jóvenes discapacitadas intelectuales, usuarias de Asprona León, no ocultan su satisfacción por ir a trabajar todos los días a un bar ubicado en pleno Camino de Santiago, justo enfrente del Santuario de la Virgen del Camino (León), donde tanto peregrinos como vecinos y visitantes tienen la oportunidad de reponer fuerzas a lo largo de todo el día.
La encargada del establecimiento, Mamen Robles, explica que la asociación decidió montar este negocio como “escaparate para el empleo” aprovechando la trayectoria en otras áreas, como el servicio de ‘catering’ que han desarrollado durante varios años. De esta forma, el Bar El Pere de Asprona León se inauguró el 5 de junio del año pasado y en la actualidad trabajan en él seis personas con discapacidad intelectual y cuatro monitores.
El establecimiento ofrece desayunos, comidas y cenas, además de un amplio surtido de pinchos. Asimismo, cuenta con una panadería, donde también venden pasteles y tartas.
Robles asegura que la experiencia está siendo “muy positiva”, tanto para los discapacitados intelectuales que trabajan en el bar como para los clientes. “Ellos son muy sociables y se han adaptado muy bien”, resalta la encargada, quien añade que “mucha gente viene y nos dice lo bien que lo hacen”.
Eso sí, reconoce que los primeros meses fueron difíciles por la falta de experiencia de los empleados en trabajos de cara al público. “Costó un poco al principio, pero ahora ya va bien”, señala Robles, quien asegura que la relación con los peregrinos es buena y que además este 2010 están notando que es Año Santo Jacobeo porque tienen más clientes que el año pasado.
Por su parte, el resto de la plantilla también se muestra contenta con esta experiencia a pesar de que han tenido que aprender a dar vueltas de hasta 50 euros o a hacer tortillas, esto último a base de repetir hasta en 25 ocasiones seguidas su elaboración.
