La localidad segoviana de El Espinar celebra desde el pasado sábado 13 de septiembre sus fiestas en honor al Santísimo Cristo del Caloco. Unos festejos que, entre otras cosas, desbordan alegría y tradición entre los vecinos del municipio.
Una de sus costumbres más llamativas surge de una pequeña pastelería de carácter familiar conocida como Pastelería Yagüe, y es que cada año, con motivo de los festejos patronales, el obrador surte a la cofradía del Cristo del Caloco con bollos para todos los cofrades, a los que se les facilita un ticket por un bollo del Cristo canjeable en la pastelería durante las fechas correspondientes a los festejos.
Días de intensa labor en los que los hornos de Pastelería Yagüe trabajan sin parar, puesto que el pasado domingo fueron cerca de 2.000 los bollos cocinados para la Cofradía, de los que se consumieron en el día 1.800, y los restantes serán despachados en un plazo de 15 días.
No sólo los paladares miembros de la Cofradía tienen el placer de degustar este dulce, cualquier persona que tenga a bien adquirirlo en el comercio tendrá la oportunidad de hacerlo, ya sean vecinos, o curiosos que acudan a El Espinar, que no son pocos, ya que la romería que se celebrará el próximo domingo 21 de septiembre es un evento de interés turístico nacional y esto conlleva un importante flujo de visitantes.
Se trata de una tradición ancestral, puesto que se desconoce en qué momento de la dilatada trayectoria del obrador se comenzó a hornear los afamados bollos del Cristo para tal finalidad. “Yo recuerdo haber visto hacer los bollos a mi padre y a mi abuela” aclara Antonio Yagüe, actual titular del comercio y cajero de la Cofradía.
Cinco son las generaciones que han dado continuidad al obrador, que ha conseguido resistir al paso del tiempo en la llamada ‘Manzana de los Confiteros’ de la que sólo este establecimiento sigue haciendo honor al gremio. Los hornos de Yagüe llevan activos desde 1921, pero ya horneaba dulces con anterioridad bajo diferente nombre. Mucho ha llovido desde hace un siglo y estos reposteros saben cómo afrontar las vacas flacas. Yagüe afirma que la crisis no ha afectado a esta costumbre, “Tratándose de algo que se come una vez al año, no se nota demasiado. Quizás en lugar de comprar un kilo, se compran tres cuartos, pero la crisis no ha afectado significativamente al consumo del bollo del Cristo”, aclara.
Tan familiar es el carácter de esta tradición que ahora que Yagüe ha adquirido compromisos con la Cofradía y ha de asistir a eventos como procesiones y misas, son sus dos hijos quienes asumen gran parte de la responsabilidad de la pastelería. “Estos días estamos durmiendo poco más de dos horas, es duro, pero sólo son unos días” cuenta Yagüe, con resignación y alegría a partes iguales.
El primer bollo de la hornada tiene nombre y es que suele ser degustado por la persona más longeva. Tanto la elaboración como la cata del primer bollo se vive en familia, y resulta emotivo que este momento coseche tanta expectación. Los nietos de los afortunados responsables de la cata, acuden como observadores y adquieren esta costumbre tan pintoresca como espinariega.
El conocido bollo del Cristo consiste en un bizcocho cubierto por un baño de azúcar a una temperatura especial, lo que consigue una textura crujiente en la cobertura y tierno en su interior, un tentempié idóneo que hizo las delicias de los feligreses a media mañana del pasado domingo en la Plaza de la Constitución tras la solemne misa celebrada previamente.