Intérprete: Cuarteto Albéniz de Prosegur. María Florea, violín
Julen Zelaia, violín.
Leonardo Papa, viola.
Víctor García, violonchelo
Obras de: F. J. Haydn y L. v. Beethoven
Fecha: Domingo 13 de Octubre de 2013
Lugar: Casa de las Flores.
Real Sitio de La Granja de San Ildefonso
Organiza: Patrimonio Nacional
Colaboran: Escuela Superior de Música Reina Sofía y Fundación Albéniz
En este segundo concierto del V Festival de Otoño de Patrimonio Nacional en el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso, hemos tenido la ocasión de escuchar por segunda vez a la misma formación que el año pasado nos visitó para ofrecernos la sonata de César Franck, a cargo de María Florea y el pianista Juan Barahona y el quinteto con piano de Robert Schumann.
En esta ocasión nos ofrecieron dos cuartetos: el nº25 de Joseph Haydn y el tercero y último de los Razumovsky, de Beethoven. Dos obras que tienen entre sí varias coincidencias, la primera es la tonalidad en do mayor, también en el tercer movimiento de ambos se utiliza el minueto, que para ambos músicos era algo anticuado, más para Beethoven, pero los dos consiguen darle un aire romántico, más patente en el de Beethoven, aunque en el caso del de Haydn es el más romántico de los seis de su serie. En los dos casos se nota que los ambos compositores quieren diferenciarlos como una gran obra dentro de la forma cuarteto y el caso es que la forma había sido fijada por Haydn unos pocos años antes con la formación que ha quedado hasta nuestros días de dos violines, viola y violonchelo, como nos dijo Alvaro Guibert en sus siempre clarificadoras charlas introductorias. En el caso del de Beethoven, la introducción son 29 compases sin tonalidad definida en acordes de séptima disminuida, es decir nos está avisando de la importancia que tiene lo que sigue. También Beethoven se lanza como nunca contra las trabas que le impone la sociedad por su sordera y lo anota en el margen de la escritura, se muestra libre.
Así en el de Haydn comienza el adagio con los instrumentos tocando al unísono y se resuelve con un tema dramático de muchos contrates, es decir también se siente libre y logra una obra tan original, fuerte y directa como la de su compañero de programa.
Ambas partituras en las manos de los jóvenes miembros del cuarteto Albéniz dieron todo de sí, es patente su compromiso con la ruptura de normas para conseguir el fin que persiguen con su obra los dos compositores. Especialmente brillantes estuvieron en la fuga del final del de Haydn, donde se combinan los principios barrocos, anticuados, con la articulación y el encanto clásicos, o en el pizzicato y resto del andante en el de Beethoven.
Un concierto magnífico que terminó con un bis, otro minueto esta vez del cuarteto nº4 de Franz Schubert, otro músico que tanto hizo por esta formación. Un cuarteto, maduro y joven que lleva el signo el éxito como lo han hecho otras formaciones anteriores de la Escuela Reina Sofía.