Inventores ha habido siempre. Unos vieron colmados sus sueños, como Bill Gates, al que los ordenadores han convertido en el hombre más rico del mundo. Otros no tuvieron tanta suerte, cual es el caso de Victoriano Provencio, un lejano predecesor del cofundador de Microsoft que fabricó en los albores del siglo XX una innovadora máquina, denominada “Aparato Logarítmico Mecánico”, que lejos de darle fama y riqueza, dejó maltrecha la economía familiar. Pero la Historia siempre acaba haciendo justicia a unos y otros y, si un invento es realmente revolucionario, tarde o temprano se reconoce su valía. Es lo que está ocurriendo con el “Aparato” de Provencio, que después de un siglo prácticamente ignorado, ahora es estudiado con sumo detalle por los alumnos de la Universidad Pública de Navarra.
Nacido en Fresno de Cantespino en 1848, Provencio llegó a ejercer como secretario del Ayuntamiento de la localidad así como de la Comunidad de Villa y Tierra de Fresno, debiendo dedicar una parte no desdeñable de su labor a hacer cuentas, operaciones largas que exigían tiempo y cuidado, y que le llevaron, según él mismo confesaba, “a discurrir un medio por el cual se evitara la mayor parte de este trabajo”.
Así nació el “Aparato”, que consta de siete cilindros forrados de papel pizarra —para las centésimas, décimas, unidades, decenas, centenas, millares y decenas de millar—, y que permite diversas aplicaciones, entre ellas la de calcular porcentajes, utilizados de forma habitual a inicios del siglo XX para realizar repartimientos de contribuciones. Provencio patentó el invento (su número es el 26.101) e incluso lo presentó a la Exposición Provincial de Segovia de 1901, otorgándole el jurado la “Medalla de Plata”, según publicó EL ADELANTADO el 17 de octubre de aquel año.
Tras el premio llegaron las dificultades. Provencio quiso comercializar el “Aparato”, pero no tuvo demasiada fortuna. Mandó construir tres centenares, y remitió información a los ayuntamientos de la provincia. El elevado precio del artilugio (55 pesetas) unido al necesario aprendizaje de la máquina debieron desanimar a la mayoría. La hacienda del inventor quedó maltrecha, obligándole a vender dos rebaños de ovejas para afrontar los gastos derivados de la fabricación.
No obstante, el “Aparato” no se perdió. Sus descendientes siguieron utilizándolo, e incluso dos nietas, Melia y Filo, recurrían a él en el diario trabajo que realizaron durante medio siglo en la gestoría “La Social”, dirigida por su hermano Felipe. “Nosotras sacamos bastante provecho al ‘Aparato’, sobre todo para elaborar los padrones de rústicas y urbanas que debían presentarse en Hacienda, hasta que llegaron las máquinas sumadoras y los ordenadores”, señalan estas dos hermanas.
Curiosidades de la vida han hecho que, después de un largo letargo, el “Aparato” haya despertado el interés de expertos de la Universidad Pública de Navarra, que han decidido incluirlo como objeto de estudio en la asignatura semestral de libre elección “Fundamentos e instrumentos de cálculo antiguos”. “Efectivamente, es un aparato para hacer cuentas con rapidez y seguridad; en eso coincide con el ordenador”, señala un profesor universitario que prefiere no revelar su identidad antes de concluir su estudio sobre este mecanismo. En cualquier caso, lo que a todo el mundo choca es que un hombre de hace más de un siglo, sin salir de Fresno de Cantespino, pudiera inventar el “Aparato”. “Se ve que era una persona con una inteligencia natural extraordinaria”, concluyen.