Nunca ha perdido su vinculación con su pueblo natal, Cozuelos de Fuentidueña. Se considera un hombre de campo y a él regresa para disfrutar del poco tiempo libre que le permite su actividad profesional como empresario. Ha peregrinado en tres ocasiones a Santiago y lo ha hecho a caballo, otra de sus pasiones.
Benito Tejedor Pascual nació en Cozuelos en 1952 en el seno de una familia de agricultores. Fue el último de cuatro hermanos. Su juventud no le impidió darse cuenta de que la época de la posguerra fue de años duros. De aquella época infantil recuerda con más agrado la “libertad absoluta” que le daba el pueblo una vez cumplido el horario escolar. Quizá lo valoró en su etapa posterior de interno en el Seminario de Segovia, antes de trasladarse a Valladolid para cursar estudios superiores de Filosofía e Historia.
Sus vacaciones suponían regresar al pueblo para ayudar a su familia en las tareas agrícolas de una época en la que aún se requerían verdaderos esfuerzos físicos y la mecanización del campo estaba aún en ciernes.
Pronto se dedicó a la enseñanza. Tenía entonces 30 años y muchas ganas de emprender proyectos nuevas. De aquella etapa recuerda con agrado lo mucho que aprendió: “El trato con los clientes, cómo negociar, la importancia de la promoción, lo que hay que hacer y lo que no se debe hacer”, dice porque la empresa para la que trabajó quebró. De este modo abrió su primera academia de estética y peluquería. Era el año 1982 y su instinto emprendedor le permitió encontrar en la propia demanda de sus alumnos la posibilidad de que desde su academia de formación se comercializaran productos de belleza.
En 1988 nació la marca Postquam, el buque insignia del grupo, destinada a la cosmética facial. En 1998 amplía el sector con productos para cosmética capilar para peluquerías. En ese tiempo, Benito Tejedor extendió su visión de negocio con la incorporación de catálogos con los que difundir sus productos, su actividad y dar a conocer sus ofertas. El salto al exterior lo inició con el comienzo del siglo. Primero fue Portugal, luego Francia y el resto de la Unión Europea. Desde el año 2003 la firma vallisoletana también está en Norteamérica.
Actualmente, el 60 por ciento de la producción tiene como destino la exportación. Es decir, tres décadas después de aquella primera iniciativa el complejo empresarial que es el grupo Tejedor Pérez, llega a más de 270.000 clientes de todo el mundo. Sólo con buena gestión y un buen equipo puede mantenerse tal progresión. La empresa, cuenta con cien empleados en Cigales (Valladolid), donde está el centro de operaciones. Tiene además una fábrica de cosméticos en la localidad levantina de Alcoy. Y ha abierto delegaciones en Ucrania y México. El total de la plantilla la forman 165 empleados. Al frente está el hijo de Benito, Santiago Tejedor. La capacidad de ambos para adaptarse a los nuevos tiempos les ha permitido incorporar nuevas tecnologías y que su empresa llegue a más de 80 países.
La clave para conseguir el éxito empresarial es, según Benito Tejedor, “algo que caracteriza a los segovianos, como es la seriedad, el cumplimiento de la palabra, tanto con los empleados, como con los bancos, con los clientes… Y tener un objetivo claro para no irse por las ramas”. A ello añade la cuestión coyuntural acorde con los nuevos tiempos: “Ofrecer un buen precio manteniendo la calidad”.
Benito Tejedor no oculta su amor a Segovia y tiene una gran confianza sobre su futuro, sobre todo en el sector del turismo.
Como descendiente de agricultores castellanos también a estos profesionales les admira y aprecia: “La producción agraria resulta vital, pero ponerla en el mercado es más importante aún; y, si cabe, quizá más difícil”, advierte con cariño a sus paisanos.
A fondo:
Un paraje de Segovia: La Vega, de Cozuelos de Fuentidueña
Un lugar de Valladolid: Fuensaldaña
Un plato preferido: Pollo de corral cocinado por mi madre
Una bebida: Vino
Aficiones: Caza, pesca, montar a caballo
Deportes: Balonmano y baloncesto
Un equipo de fútbol: Barcelona
Una película: Corona de Hierro
Un lugar al que viajar: Italia
