Los profesores José Ignacio Sánchez Rivera y Eduardo González Fraile han catalogado los humilladeros de 36 localidades de la comarca de Santa María la Real de Nieva en un trabajo que presentaron el pasado viernes por la noche en el Palacio de Mansilla.
La obra cuenta con la financiación de la Universidad de Valladolid y la Obra Social de Caja Segovia. En la presentación intervinieron, junto a los dos autores, el vicerrector del Campus de Segovia, Jesús Nieto; y el director del servicio de publicaciones de la UVa, Pedro Conde Parrado.
Uno de los autores, José Ignacio Sánchez, explicó que el libro es fruto de una investigación que empezamos hace unos años en la provincia de Valladolid y que han continuado por Segovia. Pero al tratarse de un grupo tan grande de edificaciones, se ha limitado en principio a la comarca de Santa María de Nieva, pero que esperan extender. Ahora trabajan en la zona de Arévalo, en la provincia de Ávila.
El trabajo de campo realizado en la provincia de Segovia les ha llevado un año, además de otro en la publicación, las revisiones y la aportación de documentación.
Religión y devoción
Sánchez definió los humilladeros como edificios modestos pertenecientes a cofradías penitenciales, y en torno a los cuales suelen discurrir las procesiones de Semana Santa y otras celebraciones religiosas.
Entre las cosas que más les ha llamado la atención a los autores del trabajo de Segovia dijeron que es el valor patrimonial que tienen algunos como los de Villacastín o de Nava de la Asunción, y las piezas que encontraron en ellos. “Hemos hallado varios cristos góticos de tamaño tremendo, de 1,90 metros de altura, que son antiguas imágenes que estaban en las parroquias, y que, cuando comenzó a quedar antiguo el estilo gótico, se retiraron y se llevaron a los humilladeros, donde han permanecido hasta hoy”, explicó Sánchez.
Por su parte, Eduardo González apuntó que las ermitas y humilladeros segovianos responden a las diversas devociones existentes, levantados con modestos fondos pero con una “arquitectura muy culta que sorprende y que quiere decir que en su momento había un nivel muy importante”.
En todo caso apuntó a que el valor de estas construcciones no sólo se limitan a sus emplazamientos, sino a lo que hay en su entorno, donde a veces existen calvarios o vía crucis. “Suelen estar a las salidas de los pueblos y está muy bien estudiada su ubicación para la función a las que fueron destinados”, explicó.
Además de ser lugares de recreo y celebración de romerías han ayudado a configurar el entramado urbano de muchas poblaciones.
Sobre su estado de conservación ha desempeñado un papel fundamental el grado de supervivencia de las cofradías que se han ocupado de estos edificios. “O están bien conservadas o han desaparecido”, apostilló Eduardo González. “Casi todos los humilladeros necesitan una especie de puesta en valor en aspectos tectónicos, pues suelen sufrir humedades, sus cubiertas son mejorables o tienen añadidos que no les son propios, pero otros se encuentran bien”, agregó. En este aspecto, José Ignacio Sánchez ha dibujado en muchos casos de la provincia la traza que deberían tener.
En todo caso señalaron que culturamente “tienen una potencia extraordinaria que deberíamos aprovechar para usos actuales como cuerpo colectivo de personas de una localidad”.
