Segovia es tierra de santos y eremitas. Por las tierras de la provincia han pisado egregias figuras de la Iglesia como San Juan de la Cruz, San Alfonso Rodríguez o San Frutos, que dedicaron gran parte de su vida a la contemplación y la oración en algunos de los lugares más hermosos de la geografía provincial. Quizá esta haya sido la inspiración para el onubense Miguel Angel de la Cruz, un hombre que quiere consagrar su vida a Dios como ermitaño en algún templo, iglesia o ermita de la provincia.
De la Cruz ha vivido siempre con la inquietud religiosa en su corazón, y durante 18 años perteneció al Camino Neocatecumenal, y estuvo ligado a grupos de oración con jóvenes de su parroquia, lo que le llevó a intentar ingresar en alguna congregación religiosa. En una carta remitida a esta redacción, el aspirante a eremita asegura que «mis experiencias de vida iban preparando un camino muy singular a un estilo de vida de los mas raro… la vida eremítica».
«Reconozco que no he sido un santo de cuna», asegura Miguel Angel de la Cruz, que reconoce haber vivido «experiencias paganas» en su juventud, pero «con una simiente sembrada en mi interior que ha ido creciendo para esperar el momento oportuno de maduración».
La lectura de libros sobre la espiritualidad franciscana y el ejemplo del beato Diego José de Cádiz, Fray Esteban de Adoáin o Fray Leopoldo de Alpandaire le llevaron a pensar seriamente en la vida eremítica como opción fundamental, ya que en su opinión «en nuestra sociedad no tiene cabida un joven que sienta y quiera dirigir su vida por los parámetros que Dios le marca, y se está extinguiendo el abandono absoluto a la provindencia, que no es otra cosa que dejar que Dios haga las cosas por nosotros».
Para ello, se dirigió a la diócesis de Segovia con el fin de solicitar un lugar de culto «para poder llevar a cabo la misión a la que Dios llama», y ha solicitado para ello «una iglesia, casa rectoral, convento o ermita que esté en la actualidad en desuso para poder albergar una pequeña comunidad de orantes al servicio de la Iglesia».En su misiva, De la Cruz asegura no ser un «iluminado ni un ser extraterrestre» pues lo único que vislumbro es que Dios me llama a seguirle con esta peculiar forma de vida, sin extravagancias místicas ni heroicidades, sino para vivir en lo íntimo y secreto».
