La historia de Carlos González García es inversa a la mayoría de los segovianos. Él no se conformó con ver cómo hacían la carretera de su pueblo, Boceguillas, y dejaran allí los restos de aglomerado. Después de trabajar como peón con la empresa que realizaba la obra en los años 60, continuó como empleado para seguir en otras provincias.
Casi medio siglo después él es el copropietario de Asfaltos Vicálvaro, una de las empresas señeras en el mundo de la construcción de infraestructuras.
La sociedad, que facturó 15,2 millones de euros en 2011, produce diariamente 1.500 toneladas de asfalto, lo que supone más de un kilómetro de carretera por jornada.
Entre las obras más emblemáticas en las que ha estado se encuentran calles de Madrid con un alto nivel de tráfico como el Paseo de la Castellana, Serrano, los túneles de la M-30, o carreteras como la N-110, radiales de Madrid, o algunas pistas del aeropuerto de Barajas.
Puede decirse, pues, que Carlos González está rodado y curtido desde la base en este tipo de actividades que le convierten en uno de los empresarios segovianos con mayor proyección en el exterior.
Asfaltos Vicálvaro nació en el año 1997 de la mano de Carlos y otro socio. Alcanzó su mayor actividad en 2007, con más de 30 millones de facturación.
Aunque ligado a la carretera, nunca ha perdido su apego a sus antecedentes rurales en Boceguillas, donde nació en el seno de una familia campesina. De hecho aprendió muy joven el oficio de agricultor y trabajó como pastor de ganado.
Cumplió el servicio militar en El Aaiún, en el Sáhara Occidental. Quizás fueran las 84 horas de travesía en el mar que precisó para llegar al Sáhara lo que le hizo pensar en la importancia de las infraestructuras y la maquinaria.
Por ello, cuando regresó a su pueblo e instó a su padre a que se modernizara, y sustituyera la yunta de mulas por un tractor.
Él sigue visitando su pueblo natal cada fin de semana. Y mantiene su aprisco de ovejas y su pequeña labor. Pero conserva aquel Ebro del 66, que sigue funcionando, y que Carlos obligó a su padre a comprar con la convicción de que era necesario que la agricultura también progresara. Ese pensamiento continúa marcando la idea de Carlos González, para quien “trabajar y modernizarse” son las claves para conseguir el éxito empresarial.
Él, que ha conocido baches en las carreteras y en la economía doméstica y nacional, está convencido de que el año 2013 continuará siendo “malo”, pero que en 2014 “empezará a mejorar”. Por el momento él sigue trabajando, con la ayuda de sus dos hijos, Belén y Carlos en su empresa; y el proyecto de diversificar su actividad con un hotel rural en Daimiel, con 30 hectáreas de viñedo.
Mientras, sigue rodando por la A-1 para visitar, en cuanto puede, su querido pueblo.
A fondo:
Un paraje de la provincia de Segovia: Turrubuelo
Un plato preferido: El cocido tradicional
Una bebida: Vino tinto, de la denominación de origen Castilla-La Mancha
Una afición o deporte: Frontón
Un equipo deportivo: Real Madrid
Una lectura: Cualquier libro de actualidad, y sobre todo, periódicos
Una película: Cualquiera de Paco Martínez Soria
Una canción: Cuando salí de Cuba
