El Athletic de Bilbao estrenó ayer el casillero de victorias en Liga y lo hizo a domicilio, en el derbi vasco frente a la Real Sociedad (1-2), y en un partido donde Fernando Llorente se convirtió en el protagonista marcando los dos goles del equipo rojiblanco, demostrando por qué es uno de los mejores delanteros de España.
El entrenador de los ‘leones’, Marcelo Bielsa, hizo declaración de intenciones nada más empezar el choque colocando a Javi Martínez de central y a De Marcos y Gurpegui en el doble pivote, pero le costó hacerse con el control. De hecho, el primer tramo del encuentro lo tuvo la escuadra donostiarra. Eso sí, las ocasiones llegaron siempre de las botas de los visitantes, y bien pronto.
Solo se había disputado apenas un minuto cuando el balón acabó en la madera, tras pegarle Llorente a un balón que rebañó en el área tras un despeje de Bravo, ante un disparo de De Marcos. Fue el primer aviso. El segundo, en el minuto 25, fue una internada de Muniaín, que se escapó por velocidad, pero su disparo, algo escorado, lo despejó Bravo con una parada magnífica.
Y a la tercera fue la vencida. De Marcos le colocó un balón a Llorente en el área. El ‘9’ controló de espaldas a portería, se revolvió ante la presión de Demidov y con el exterior, y mucha sutileza, puso el balón lejos del alcance del guardameta chileno. Con 0-1 se llegó al tiempo de descanso.
A la salida de vestuarios, la Real apareció dispuesta a robarle el balón a los de Bielsa, y lo consiguió. Pero los intentos por atravesar la defensa rojiblanca no dieron sus frutos. Anoeta apretó a los suyos, encendida, en parte, porque no gustó en absoluto la actuación de Fernández Borbalán, y los de Philippe Montanier consiguieron encerrar a los ‘leones’.
Sin embargo, el empate ‘txuriurdin’ llegó cómo nadie se lo esperaba. Íñigo Martínez avanzó con el balón cerca del círculo central, vio a Iraizoz adelantado y no se lo pensó. El disparo, lleno de precisión y desde su propio campo, describió una parábola que se fue hasta las mallas ante la estirada imposible del portero navarro.
Con empate en el marcador, el equipo donostiarra lo intentó, especialmente por el costado derecho, y se lo merecía la escuadra local, que incluso estuvo a punto darle la vuelta al resultado. Pero el palo en primera instancia, después de un disparo cruzado de Griezmann, e Iraizoz a continuación, tras un remate de cabeza de Agirretxe evitaron la posible ventaja.
Estas últimas acciones de peligro hicieron reaccionar al bloque bilbaíno, que volvió a hacerse con la posesión del esférico. Ganando metros, y controlando de nuevo el ‘tempo’ del partido, el objetivo era aprovechar la velocidad de Muniaín y la fuerza de Fernando Llorente. Y fue el riojano quien volvió a erigirse en protagonista para adelantar a su equipo, esta vez ya de forma definitiva, rematando con habilidad un balón colgado al corazón del área por Amorebieta.
