Siria se está acercando poco a poco a una guerra civil. Sobre sus hombros aguanta el peso de ser el conflicto más largo de todas las recientes revueltas del mundo árabe. Una crisis que con el paso del tiempo se ha convertido en un enfrentamiento entre dos bandos. Ayer, tanto la oposición como el Gobierno se acusaron mutuamente de dos atentados suicidas con coche bomba que causaron al menos 55 muertos y 372 heridos en un distrito del sur de Damasco.
Uno de los ataques, que se produjeron en hora punta, fue perpetrado en un distrito en el que se encuentra la Sección Palestina de la Inteligencia Militar, uno de los órganos más temidos de la Policía Secreta y que ha estado directamente implicada en la represión de las protestas que, desde hace 14 meses, se han extendido contra el régimen de Bashar al Assad.
Según declararon varios testigos, las dos explosiones se produjeron casi simultáneamente poco antes de las ocho de la mañana. Se trata de los atentados más mortíferos registrados en la capital desde que comenzó la revuelta armada contra el régimen.
El enviado especial de Naciones Unidas y de la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, condenó los atentados y pidió a «todas las partes» que pongan fin a la violencia y garanticen la seguridad de los civiles. «Estos actos aborrecibles son inaceptables y la violencia debe acabar en Siria», afirmó Annan en un comunicado. «Cualquier acción que sirva para incrementar la tensión y elevar el nivel de violencia solo puede ser contraproducente para los intereses de todas las partes», agregó.
El mediador, que está intentando mantener vivo su plan de paz para Siria, exigió tanto al Gobierno de Bashar al Assad como a los rebeldes que respeten el alto el fuego acordado el pasado 12 de abril, porque «el pueblo sirio ya ha sufrido demasiado».
Por su parte, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil Elaraby, adelantó que el objetivo de los dos atentados es frustrar la misión de observación impulsada por Annan. «Esto no se debe ignorar porque tiene implicaciones peligrosas para el futuro», advirtió.
Además, el jefe de la misión de observadores, el general Robert Mood, aseveró que estos ataques son «otro ejemplo» del «sufrimiento causado por la violencia al pueblo sirio» y pidió a «todo el mundo, dentro y fuera de Siria, que ayude a poner fin a esta violencia».
«Más de 1.000 mártires»
Por su parte, los Comités de Coordinación Local sirios denunciaron la muerte de más de 1.000 «mártires» desde que el régimen sirio aceptó a finales de marzo el plan de paz propuesto por Annan. También aseguraron que han documentado 592 personas detenidas por manifestarse en contra del régimen que preside Bashar al Assad. «Siria ha sido testigo de unas 4.700 violaciones infligidas a civiles por el Ejército y las fuerzas de seguridad del régimen en todas las provincias, en las que los bombardeos, las redadas y los disparos se suceden cada día», afirmaron.
