Con un estilismo directamente extraído del histórico documental sobre el festival de Woodstock con el que en 1970 ganó un Oscar, el documentalista Michael Wadleigh visitó ayer IE Universidad para abordar junto a los alumnos del campus privado segoviano una visión crítica sobre la sostenibilidad y el medio ambiente, en el marco de una época convulsa como la que él retrató en su película hace más de cuatro décadas.
Alejado desde hace 25 años del celuloide por no comulgar con una industria “que no me permite hacer películas políticas ni económicas”, Wadleigh decidió dedicar los ingresos obtenidos con su exitoso documental —considerado por la crítica especializada el documento definitivo sobre un festival musical que marcó un antes y un después en la historia de la música y de la cultura— a crear una Fundación en la que pudiera dar a conocer su pensamiento sobre las desventajas de un “desarrollo insostenible” propugnado desde los países más industrializados.
Actualmente, Wadleigh viaja por todo el mundo en una vieja furgoneta para expandir su filosofía en universidades y centros educativos, acompañado por la desgastada estatuilla que recibió de la Academia de Hollywood hace 40 años
En este sentido, el cineasta considera que el principal problema que dificulta la sostenibilidad es la aplicación de políticas cortoplacistas que buscan “recursos inmediatos” frente a la necesidad de establecer planes a más largo plazo que permitan gestionar mejor el desarrollo.
Sobre este asunto, indicó que empresas del tamaño y la importancia de la compañía informática Apple “diseñan estrategias en un marco temporal de apenas tres meses, porque sus dirigentes reclaman resultados inmediatos para sus accionistas”.
“Cuando he llegado a Segovia, he visto el magnífico Acueducto que se conserva desde hace 2.000 años —precisó— y ahora tenemos productos de alta tecnología como los teléfonos móviles cuya vida media en algunos casos no supera los nueve meses, de los cuales sólo el 10 por ciento de los materiales que se emplean en su construcción son reciclables”.
Tras apuntar a la poca utilidad de las cumbres mundiales, -«solo hay que mirar sus acuerdos: son una mierda»-, Wadleigh (1942) ha denunciado que Gobiernos y multinacionales solo se preocupan por sus intereses y no adoptan «un punto de vista global, el del planeta». Además, señaló que el interés de los políticos “se centra en permanecer en el poder y el de las empresas en ganar dinero, pero ninguno de los dos dedica un minuto de su esfuerzo a legislar para el futuro”.
