Conociendo un poco la trayectoria como entrenador de Ramón María Calderé, a uno le sorprende que algún equipo de los que entrene el técnico de Tarragona pueda llegar a ofrecer tan poco fútbol como el que en la tarde de ayer ofreció el Burgos, líder del grupo, en el campo de La Albuera frente a una Gimnástica Segoviana a la que la victoria del Villaralbo ante el Valladolid B abrió una posibilidad de volver a reengancharse al tren de los cuatro primeros.
Y vaya si aprovechó la oportunidad el equipo azulgrana, que a pesar de que los resultados frente a Astorga y Arandina no le habían acompañado, sí había comenzado a mostrar una mejoría en su nivel de juego que ya quedó patente en el partido frente al Villaralbo, y que se constató de manera fehaciente ante el Burgos, que si no hizo bien lo que está acostumbrado a hacer, mantenerse firme en defensa y esperar pacientemente a tener su oportunidad para marcar, fue porque la Segoviana no le dejó, porque se mantuvo firme en la línea de cuatro zagueros, más Roberto y Ricardo barriendo todo lo que caía en su zona de influencia, y supo encontrar la manera de poner en evidencia a una de las defensas más sólidas de la categoría, con Asier y Ramón Marín percutiendo por las bandas, y Dani Arribas dejándose la piel en cada desmarque y en cada presión.
El partido no comenzó de la mejor manera para la Segoviana, con el Burgos apretando en la zona de creación azulgrana, aunque sin crear sensación de peligro sobre el marco de Durán más que en una falta que se marchó desviada. Pero paulatinamente el doble pivote gimnástico fue haciéndose con las riendas del choque, apoyados por Dani Calleja, que caía a las bandas para ayudar en la salida del balón. Asier y Ramón tardaron en entrar en juego, pero en cuanto lo hicieron el partido se volcó hacia el área de Aurreko.
Ahora bien, durante los primeros 45 minutos las ocasiones de gol brillaron por su ausencia, pese a que los acercamientos locales a la portería del Burgos fueron numerosos. Tan sólo un remate algo desviado de Dani Arribas, y un lanzamiento de directo de falta de Víctor Pérez bien detenido por Aurreko se catalogaron como oportunidades de gol, porque la defensa burgalesa siempre desbarataba en última instancia los ataques locales. Claro que, en la otra portería, David Durán era un mero espectador del partido, tan sólo interviniendo para salir a las inmediaciones de su área para recoger los balones perdidos.
La sensación que dejó la primera parte fue de dominio de la Segoviana ante un Burgos contemporizador, que trató de cambiar esa dinámica en los primeros minutos del segundo tiempo, en los que adelantó su línea de presión, pero sin variar un ápice su intención con el balón en los pies, que apenas le duraba tres pases antes de lanzarlo hacia arriba buscando una segunda jugada tras el rechace que pudiera poner a sus delanteros en ventaja sobre los defensores gimnásticos.
Pero nada más lejos de la realidad. La Segoviana continuó bien asentada en su línea defensiva, con mucha solidaridad a la hora de replegar las líneas, y se apoyó en Asier Arranz en esos primeros minutos de la reanudación para obligar al Burgos a fijarse más en defender que en atacar. El extremo segoviano hizo gala de su tremenda habilidad en varias acciones que si no terminaron en gol por la falta de puntería en el remate de sus compañeros.
Tardó poco Ramón Marín por la banda derecha en sumarse a la fiesta que organizaba su compañero Asier en la izquierda. Así, el jugador azulgrana se encontró con un buen balón servido por Dani Arribas, entró en el área, y puso el esférico en el punto de penalti, donde Dani conectó su remate, que en un principio parecía desviado, pero que al tocar en un defensa consiguió enderezar su rumbo y convertirse en el 1-0. Contar con dos extremos en la forma que ayer mostraron tanto Asier como Ramón es una bendición para cualquier mediocentro, y tanto Roberto como Ricardo lo tuvieron muy fácil para descargar el juego hacia las bandas.
Tras el gol se esperaba una reacción visceral de un líder orgulloso, pero lo que de verdad se vio sobre La Albuera fue a un Burgos que siguió haciendo lo mismo que había hecho durante la hora anterior de partido, buscar la verticalidad de manera descarada, poniendo muy fácil el trabajo a una defensa tan ordenada como la que ayer mostró la Segoviana, que bien pudo haber marcado el segundo gol si Asier hubiera aprovechado un clamoroso error de Aurreko, que le regaló la pelota para después jugarse el penalti y la expulsión arrebatándosela cuando el azulgrana se encontraba a dos metros de una portería vacía.
Dicen que esos fallos tan clamorosos como el de Asier de cara a la portería rival (el único del extremo en todo el partido) suelen pagarse, pero ayer no era el día de cobro para un Burgos que ni con la entrada de su goleador Carralero varió en absoluto su intención futbolística. Salvado un par de faltas laterales, el resto de acciones ofensivas del líder de la categoría terminaban en la cabeza de Anel y Roberto, y en las botas de Chema o Borja, que en la segunda parte se prodigó mucho menos en sus subidas al ataque, habida cuenta de lo favorable del marcador.
Al final, el 1-0 hizo justicia a lo visto sobre el terreno de juego, con una Segoviana que mereció los tres puntos, y un Burgos que no hizo honor a su condición de líder de la competición. El play off está a dos puntos de la Segoviana, que en dos jornadas ha restado cinco de los siete puntos de desventaja que tenía con respecto al Valladolid B. A eso se le llama coger el tren justo a tiempo.
