Al menos 90 personas perdieron la vida ayer en un bombardeo de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en el norte de Afganistán, que será investigado por la organización debido a las denuncias de la población local de que el incidente causó decenas de víctimas civiles.
El ataque tuvo lugar a primera hora de la mañana en la norteña provincia de Kunduz, mientras los talibán permitían que los vecinos obtuvieran combustible de dos camiones-cisterna que habían robado horas antes, según el gobernador provincial, Mohammad Umar, quien, en un primer momento, ya había informado de la muerte de 90 personas -la mitad de ellos de carácter civil-.
No obstante, casi al mismo tiempo y en rueda de prensa, el jefe de la Policía provincial, Razaq Yaqubi, especificó que 56 insurgentes habían perdido la vida en el ataque y otros 13 resultaron heridos de distinta consideración.
Ese balance se aproxima al difundido por el Ministerio de Defensa alemán, cuyas tropas están presentes en Kunduz y que informó de la muerte de al menos 50 insurgentes en el bombardeo y descartó «presumiblemente» las víctimas civiles.
La versión germana choca, no obstante, con la de varios testigos del bombardeo citados por la agencia de noticias afgana AIP, que denunciaron el fallecimiento de decenas de personas, entre ellas algunas mujeres y niños de corta edad, víctimas del ataque de la aviación internacional.
Por su parte, la oficina presidencial del país asiático emitió un comunicado asegurando que el mandatario, Hamid Karzai, se encontraba « muy entristecido» por una noticia que consideró «inadmisible», y desveló que había nombrado ya un equipo de profesionales para acudir a la zona e investigar el suceso, «que dejó unas 90 personas muertas o heridas».
Aviso insurgente
Los rebeldes talibán habían robado el pasado miércoles por la noche dos camiones en un falso control en la carretera que une las provincias de Kunduz y Baghlan, y luego intentaron llevarlos al distrito de Charsadah, según explicó a la agencia AIP el portavoz rebelde Zabiullah Mujahid.
Pero los vehículos quedaron atascados en un banco de arena, a campo abierto, cuando los delincuentes trataban de vadear el río Kunduz, de forma que los insurgentes permitieron que los civiles de la zona extrajeran el combustible sustraído.
Aunque situada en el norte de Afganistán y lejos de los principales bastiones de los insurgentes, que se encuentran en el sur y el este-, Kunduz tiene varias bolsas de población pastún, la etnia de la que provienen los talibán.
Según el portavoz insurgente, que denunció la muerte de 120 civiles, los rebeldes avisaron a los lugareños de que podía producirse un bombardeo, tras detectar la presencia en la zona de un avión de reconocimiento de las tropas internacionales.
La muerte de civiles en acciones de los uniformados estadounidenses y de la ISAF es uno de los mayores puntos de fricción entre el mando militar internacional y las autoridades de Afganistán, que las consideran inaceptables.
Ante las críticas sobre la marcha de la guerra afgana, el jefe de las tropas internacionales en el país, el general Stanley McChrystal, había apostado esta semana por revisar la estrategia en el territorio y dar prioridad a la protección de la población.
McChrystal, quien ya había hecho hincapié en reducir las víctimas en bombardeos, entregó el pasado lunes a sus superiores de la Alianza Atlántica y del mando de EEUU un documento de «evaluación estratégica» para afrontar la «seria» situación en el país.
