En las melenas de las campanas del peculiar campanario de la Iglesia de la Resurrección del Señor, procedentes del antiguo caserío de Guijasalbas, figuran ajados por el paso del tiempo los nombres de los centenares de vecinos del barrio de Nueva Segovia que contribuyeron tanto en su construcción como en el traslado y recuperación desde la torre del caserío perteneciente a la parroquia de Valdeprados. Esta iniciativa prueba la unión que los vecinos han mantenido siempre con una parroquia que ha ido creciendo al mismo ritmo que el propio barrio, y que este año conmemora gozosa el vigesimoquinto aniversario de su creación.
El 15 de diciembre de 1986, el entonces obispo Antonio Palenzuela firmó el decreto de constitución de la parroquia que agrupaba el incipiente barrio, que comenzó su actividad de forma oficial el 1 de enero de 1987 con Hipólito Prieto como sacerdote responsable de la misma. Han sido 25 años en los que se ha pasado de celebrar eucaristías en los soportales de la plaza Mester de Clerecía y en la pequeña capilla de la plaza de Calderón de la Barca a contar con un centro parroquial moderno y funcional creado con el esfuerzo y tesón de los vecinos del barrio que poco a poco han ido sufragando los gastos generados por un proyecto que sirvió para consolidar definitivamente la identidad del barrio.
Con un cuarto de siglo de historia a sus espaldas, Don Hipólito -como así le conocen en el barrio- resta importancia a su trabajo en el barrio y asegura que lo más importante en estos 25 años ha sido «poder ver que el Señor ha actuado aquí a través del sacerdote, de los catequistas y de todas las personas que han colaborado en estos años para mantener esta parroquia, por lo que esta celebración debe servir para dar gracias a Dios y seguir pidiendo su apoyo para seguir trabajando».
El sacerdote asegura que Nueva Segovia es un barrio «con una gran vitalidad», donde la parroquia ha servido como elemento integrador que ha permitido su crecimiento. En este sentido, manifestó que la principal dificultad en los comienzos de su trabajo fue crear elementos comunes que pudieran identificar a una nueva zona urbana a la que llegaban centenares de personas pertenecientes a otros barrios.
En este sentido, recordó como ejemplo la creación de la cofradía titular de la parroquia que participa en la Semana Santa segoviana, que fue impulsada por la Asociación de Vecinos del barrio y que hoy es uno de los baluartes de la actividad socio-religiosa en Nueva Segovia.
El salto cualitativo que cambió la trayectoria de la parroquia fue la construcción del nuevo centro parroquial en una parcela facilitada por la Junta de Castilla y León. En noviembre de 1997, el obispo emérito de Segovia Luis Gutiérrez bendecía la primera piedra del nuevo templo, que abrió sus puertas oficialmente casi tres años después, en la navidad de 2000. La creación de una «Comisión de Obras» sirvió para aglutinar la voluntad de los vecinos del barrio a través de iniciativas para recaudar fondos que ya se han convertido en cita obligada para la comunidad. Este es el caso de las tradicionales «judionadas» que se celebran tanto en el primer domingo de Junio con motivo de la fiesta de la «Virgen de la Luz» como en septiembre, coincidiendo con las fiestas patronales de San Mateo.
De cara al futuro, Hipólito Prieto expresa su preocupación por la «despersonalización» del barrio, que ha crecido tanto en infraestructuras como en vecinos pero ha perdido «la familiaridad y la cercanía de los primeros tiempos, donde todos compartíamos penas, alegrías y vicisitudes». Por ello, su objetivo es seguir trabajando para mantener la parroquia como aglutinante del barrio, sin olvidar la acción evangelizadora inherente a su tarea pastoral.
En el plano personal, una de sus mayores satisfacciones en este tiempo ha sido ver la evolución de personas «que se han bautizado, han tomado la comunión y la confirmación y se han casado en la parroquia y regresan a ella para bautizar a sus hijos, lo cual es un síntoma de que la parroquia está viva».
