En Siria no hay tregua. Y es que, al menos, 15 estudiantes fallecieron ayer y decenas más resultaron heridos a causa de un atentado con mortero de los rebeldes contra la cafetería de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Damasco, según informó la agencia de noticias del régimen, SANA.
La explosión fue provocada por un proyectil «disparado por los terroristas contra el comedor que ha provocado numerosos muertos», afirmó el rector de la Escuela Superior, Mohammad Amer al Mardini.
«Nadie, en ninguna parte del mundo, puede imaginarse un acto más criminal que éste», añadió Al Mardini. «Si el objetivo de este ataque es que se cierre la Universidad de Damasco, una institución con una larga historia y tradición, no lo haremos para así plantar cara a los enemigos», destacó.
Las instalaciones afectadas por el golpe se encuentran en Baramkeh, un barrio del centro de la capital del país asiático en el que, a lo largo de esta semana, se han intensificado los ataques con mortero de las fuerzas insurgentes contrarias al régimen del presidente Bashar al Asad.
Fuentes de la Policía de Damasco informaron de un segundo impacto cerca del Teatro de la Ópera, aunque, en esta ocasión, no hubo que lamentar víctimas.
El centro educativo está rodeado de edificios oficiales, entre ellos el Ministerio de Defensa, la sede central de los medios de comunicación del Estado y la residencia oficial del presidente.
Y es que los rebeldes han formado un semicírculo alrededor de la capital desde el que están intentando hacerse con algunos puntos estratégicos a fin de abrir una brecha que les permita acceder al centro de Damasco.
Por otra parte, el grupo armado progubernamental Comités Populares y los combatientes rebeldes firmaron una tregua en varias localidades de la provincia de Alepo, en el norte de Siria, gracias a la mediación del conjunto kurdo Unidad para la Protección del Pueblo, según adelantó ayer el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Los paramilitares aceptaron este acuerdo después de una serie de enfrentamientos intermitentes con los rebeldes y con el objetivo de poner fin al asedio que desde hace meses mantienen los insurgentes contra las provincias de Al Zahra y de Nebel, que ha dificultado sobremanera la llegada de la ayuda alimentaria.
De hecho, los productos y otros suministros solo estaban llegando por helicóptero o mediante negociaciones en los puestos de control de los insurgentes.
