La eurozona se encamina hacia un año crucial: el bloque de los países que comparten la moneda común, el euro, se enfrenta al reto de afianzarse o romperse.
Sin embargo, una calma frágil parece haberse instalado después de tres años peleando para salvar la divisa comunitaria. Esta situación se da justo después de que el Banco Central Europeo (BCE) diese a conocer una serie de medidas de emergencia para apuntalar la confianza en la eurozona, integrada por 17 Estados, en un momento en que los líderes de la región están comenzando a contener la crisis de la deuda, que dura desde hace tiempo.
Son numerosos los analistas que empiezan a hablar de esperanza, tras años de contracción del crecimiento y duras reformas, por lo que la economía en la región podría comenzar a respirar mucho mejor durante la segunda parte de 2013.
«Sí, hay luz al final del túnel, pero todavía nos queda un largo camino que recorrer en la oscuridad», señaló Carsten Brzeski, economista del banco ING.
De hecho, ya se han registrado en la economía de la eurozona algunos indicios que inicialmente podrían incluso hacer que la recesión se agudice en 2013, a la vez que no se termina de despejar la amenaza de la presión de los mercados sobre las economías consideradas más vulnerables.
Además de España e Italia, Francia comienza a estar en el punto de mira de las tormentas financieras. Especialmente después de que la agencia de rating Moody’s rebajase la calificación de su deuda, poniendo así de manifiesto lo que le está costando a París aumentar la competitividad y recortar el elevado déficit presupuestario, así como la deuda, factores que se ven perjudicados por un débil crecimiento económico.
La calificadora incluso llegó a rebajar la puntuación del mecanismo de rescate europeo, debido, en parte, a la amplia contribución francesa a ese fondo.
Dado el papel central de Francia en los asuntos europeos, los temores de que la segunda mayor economía de la eurozona se pueda convertir en el nuevo eslabón débil del bloque podrían alentar otra vez los temores de los inversores.
No obstante, cuando el año toca a su fin, parece que en los mercados financieros europeos hay un ambiente más positivo, tras un largo período de volatilidad debido a la preocupación de una ruptura del euro.
Sobre todo, el último acuerdo alcanzado para recortar la deuda griega y la oferta del BCE de agosto sobre un nuevo programa de compra de bonos del tesoro han ayudado a rebajar la tensión por los elevados costes que estaban pagando los países por pedir dinero prestado como en el caso de Italia y España.
No obstante, las perspectivas de que la economía en la eurozona se siga contrayendo en los próximos meses podrían volver a presionar a los Estados más endeudados que, a su vez, están luchando por sostener una economía acosada por el azote de la recesión y una creciente tasa de desempleo.
A ello se suma que toda mejora en el mundo de la economía depende de cómo la élite política estadounidense resuelva el problema del abismo fiscal y si se evita que EEUU caiga en recesión.
Unas perspectivas grises incrementan, por otra parte, el riesgo de mayores y más violentos disturbios en determinadas partes de la eurozona, especialmente las más golpeadas por la recesión económica.
A su vez, un crecimiento renqueante podría agudizar el sentimiento de fatiga en la principal economía de la región, Alemania, donde en 2013 los votantes tienen una cita con las urnas y en ellos se nota un creciente cansancio por los costes de la austeridad.
Este hecho imposibilitará que los líderes comunitarios tomen decisiones aún más duras durante el año que viene, como la de ultimar una autoridad bancaria supervisora o ayudar a salir de la crisis.
El problema para el Viejo Continente es que los planes para mantener el euro dependan de nuevo de los votantes, pues además de Alemania también se elegirá un nuevo Gobierno en Italia.
Los comicios en ambos países se perfilan como pruebas clave para medir el sentir del electorado en la locomotora de Europa y en la tercera economía del bloque (Italia).
Pero el riesgo es que el desarrollo de la cita con las urnas pueda coincidir con movimientos en los mercados financieros para probar si el presidente del BCE está dispuesto hacer lo que tiene que hacer para preservar el euro. Y entre esos desafíos podrían figurar nuevos ataques a la deuda de naciones como España.
Son muchos los analistas que consideran que Madrid se verá forzada a pedir el rescate total a Europa el próximo año, tras haber recibido en 2012 ayuda para salvar a su sector bancario.
