Un día después de su nombramiento, el nuevo Gobierno tecnócrata italiano, liderado por Mario Monti, se puso a trabajar. Y echó a andar en el Senado, donde debía someterse a una moción de confianza que superó.
En la Cámara Alta, el primer ministro explicó las líneas de su programa, un documento basado en el rigor presupuestario y que ya incluye algunos de los proyectos más temidos por los tialianos: se reformará el actual sistema de pensiones y se asumirán «grandes compromisos nacionales», todo con el objetivo de evitar una hipotética salida del euro, lo que, a juicio del economista, llevaría al país «al nivel de los años 50».
En su discurso, el también titular de Finanzas aseguró que «Italia no será creíble si no vuelve a crecer» económicamente, por lo que recordó la exigencia de acelerar las reformas «porque cuanto más tarde se acometan, más tarde llegarán los beneficios».
«El fin del euro disgregaría el mercado único y retrocedería a Europa a los años 50, pero esta crisis tiene que ser superada con acciones a nivel continental», señaló Monti, quien además puntualizó que «el futuro de la moneda depende de lo que haga Italia en los próximos días».
Sobre las exigencias de reforma por parte de la UE a Italia, el premier explicó que no son «imposiciones» europeas porque «Europa somos también nosotros».
El dirigente anunció que los tres pilares de su programa son: rigor en las cuentas públicas, crecimiento e igualdad y adelantó que su Ejecutivo tendrá dos fases: primero, aprobar medidas de emergencia y posteriormente, se propondrán «iniciativas concretas para modernizar las estructuras económicas y sociales para ampliar las oportunidades de las empresas y de los ciudadanos».
Tras una introducción de la situación económica italiana, Monti ilustró cuáles serán los primeros pasos de su Gobierno y confirmó la necesidad de que las cuentas públicas sean controladas por autoridades independientes.
«Será oportuno estudiar la experiencia de algunos países europeos que han confiado a autoridades independientes» el control de sus cuentas, aseveró.
El primer ministro hizo referencia a que será necesario hacer «sacrificios» para reducir la deuda pública, pero matizó que su distribución «será equitativa» y confió en que ello ayude a que las reformas sean compartidas por todo el país y también por el Parlamento para que las apruebe con rapidez.
Por otro lado, estudiantes y sindicatos protestaron en 60 ciudades italianas contra de la crisis y los recortes económicos y a favor del «derecho a la educación».
En Milán, la manifestació congregó a unos 10.000 jóvenes y se vivieron momentos de fuerte tensión cuando los convocados se enfrentaron a la Policía, en unos disturbios que se saldaron con dos heridos y en los que se escucharon gritos contra los políticos: «Ni Berlusconi, ni Monti», corearon.
