Buen conocedor de las enseñanzas del maestro Yoda, José Juan Barba Martín sabía que “siempre en movimiento está el futuro” y por eso contagiaba su pasión por la docencia y su convencimiento de que desde la escuela se puede hacer un mundo mejor, empujando las ilusiones de sus alumnos con los consejos del sabio jedi: “No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes”. Algunas de estas frases que compartía con profesores, estudiantes y trabajadores de la Universidad de Valladolid en las conversaciones que siempre tenía tiempo para mantener fueron repetidas ayer en el acto de homenaje que la comunidad del campus María Zambrano rindió al profesor, maestro, pedagogo e investigador José Juan Barba Martín, fallecido recientemente, rozando los 40 años.
Muchos maestros de escuela y ex alumnos, con los que Barba trabajó en proyectos de innovación educativa, se unieron a una ceremonia que resultó ser un “abrazo de palabras” para consolar a la familia y dar testimonio de agradecimiento por la labor que José Juan comenzó a desarrollar en la antigua escuela de Magisterio como alumno. Natural de Ávila, Juan José Barba (1976-2016), “era uno de los nuestros”, como resaltó con la voz quebrada el decano de la Facultad de Educación, Andrés Palacios, destacando que tanto como estudiante brillante como después como profesor e investigador apasionado y riguroso, potenció las relaciones cercanas de calidad entre profesores y alumnos, que marcan un sello de identidad del centro segoviano de Magisterio. “Creía en la labor del docente y en la capacidad de la escuela para cambiar la sociedad”, señaló Palacios reconociendo que Barba insufló esta convicción a los jóvenes universitarios y la refrescó en los académicos más veteranos. Poco amigo de las ceremonias, Luis Torrego Egido, en representación del profesorado y del Departamento de Pedagogía, tomó la palabra para mostrar su admiración por las numerosas publicaciones y trabajos de campo que su querido compañero realizó. Destacó especialmente el proyecto de innovación docente que coordinaba para mejorar la formación de los futuros maestros, apostando por una escuela inclusiva donde la diversidad es un valor. Pero Luis Torrego, como el resto de personas que intervinieron ayer en el ágora María Zambrano, destacó especialmente la calidad humana del maestro y del amigo socarrón e irreverente, generoso con su tiempo, que no entendía de intereses individuales sino de voluntades colectivas y que hacia visible al invisible.
El acto de homenaje estuvo presidido por Juan José Garcillán, vicerrector del campus, y contó también con la participación de Roberto del Canto Pérez, en representación del personal de Administración y Servicios; Sergio Iglesias Herrera, en representación de los estudiantes; y Roberto Resina Díaz, en representación de los maestros.
