Se lo ‘debía’ hace tiempo, pero una semana tras otra, con noticias de mayor o menor importancia, te obligan a veces a demorar un deseo o proyecto determinado. Ahora, el artículo recientemente publicado aquí de Mario Antón Lobo, por él “vivido en directo”, el ‘Viaje de las Emociones’, me impele a no demorar por más tiempo el asunto.
Generalmente, la sociedad de cada lugar (ciudad o pueblo) se preocupa de conocer –en lo posible, porque hay personas a las que no se llega nunca a ‘conocer’- a determinados personajes que resaltan en la vida por algún motivo especial, pero también es cierto que a otros muchos les ignoramos, por desconocimiento, por antipatía o por cualquier otro motivo; pero yo creo que este no es el caso de Paco del Caño, un modesto funcionario municipal que por su actividad, sus inquietudes y sus trabajos e iniciativas extra municipales, se le conoce por muchos en la ciudad, para la que modestamente, y no solo desde su puesto como funcionario, trata de servir, y lo bueno es que ‘sirve’, sin preocuparse de brillar y de ser conocido. Lo que hace recordar su espíritu deportivo, tantas veces por él añorado, aunque no olvidado.
A Paco le conozco, le trato y le estimo desde que, por no sé qué razones, le conocí. Para mí siempre ha sido un buen amigo, servicial y dispuesto a ayudarte en cualquer momento.
Creo que también alguna entidad puede opinar de la misma forma, y más concretamente la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce con la que es un ferviente colaborador en muchos aspectos. Pero no solo aquí, porque Paco, con su inseparable cámara fotográfica, está presente en muchos momentos y muy variadas circunstancias en la ciudad. Supongo que tendrá cientos de imágenes en su archivo, listas para echar mano en cualquier instante, como por ejemplo para ilustrar algunas de las muchas páginas que ya han salido a la luz en la revista que hace años viene publicando bajo el nombre de otra obra por él creada, la ‘Asociación Cultural Plaza Mayor de Segovia’, que desde sus comienzos contó con apoyos institucionales y comerciales.
Así, corriendo el tiempo, Paco ha organizado –sin protagonismo, repito- ese ‘Tren de las Emociones’, auténtica estampa popular de años pasados –y a veces añorados- que une una vez al año, “con unos vagones de ayer”, nuestra vieja y entrañable estación de ferrocarril con la de El Espinar, como una ocasión más, en efecto, de reclamar y pedir la reapertura de la vieja e histórica vía Segovia-Madrid, con “parada en todas las estaciones”. Por ello, muy bien podría llamarse también el ‘Tren de la esperanza’, aunque sin ‘esperar’ una justa respuesta. Precisamente a ‘Segovia y el ferrocarril’ dedicó el número 24 de la citada revista.
¿Y qué decir de su ‘Música en los Corralillos’?, otra iniciativa del ingenio de Paco, que viene aportando año tras años nuevas y renovadas sensaciones folklóricas con un amplio elenco de intérpretes y, por supuesto, contando con el favor popular, que siempre apoya sus actividades, y con ese viejo carro de bueyes como ‘fondo telonero’, y el correspondiente pregón.
Extenderme más podría hacer suponer al amigo lector que quiero dedicar excesivos elogios a Paco, por lo que creo que, con lo poco dicho sobre él en este comentario, cumplo con un deber de amistad y de reconocer que en Segovia no todo ha de ser protagonizado por los ‘fuertes y los famosos’, sino que también personajes como Paco del Caño van aportando ‘un montón de granos de arena’ a la historia, sobre todo costumbrista, de nuestra ciudad.
