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Un rico patrimonio que transita entre la conservación y la modernidad

Si queda tiempo entre concierto y charanga, merece la pena visitar alguna de las interesantes muestras de patrimonio histórico de Villacastín, como la Iglesia de San Sebastián, Nuestra Señora del carrascal o el monasterio de Santa Clara

por El Adelantado de Segovia
19 de agosto de 2025
en Provincia de Segovia
La imponente estampa de la iglesia de San Sebastián. Derecha, interior de San Sebastián y de la ermita de Nuestra Señora del Carrascal. Abajo, convento de Santa Clara./ Ayuntamiento de Villacastín

La imponente estampa de la iglesia de San Sebastián. Derecha, interior de San Sebastián y de la ermita de Nuestra Señora del Carrascal. Abajo, convento de Santa Clara./ Ayuntamiento de Villacastín

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En el corazón elevado de la meseta segoviana, Villacastín guarda, en sus obras más notables, la memoria de un pasado poderoso y el susurro continuo de la tradición. Tres joyas arquitectónicas dan forma a ese patrimonio: la imponente Iglesia de San Sebastián, la ermita de Nuestra Señora del Carrascal y el monasterio de Santa Clara. Juntas, son un viaje que trasciende el tiempo y conecta fe, historia y cultura.

La iglesia de San Sebastián Mártir, apodada la “Catedral de la Sierra” por el Marqués de Lozoya, se alza como testimonio del esplendor que Villacastín alcanzó gracias a los ingresos del comercio de lana. La construcción, que arrancó en 1529, fue proyectada por el prestigioso Rodrigo Gil de Hontañón, arquitecto también de la Catedral de Segovia, y combina un severo estilo herreriano con trazas del gótico tardío. De exterior austero y cuerpo macizo, con muro construido en sillería granítica, la iglesia sorprende por su interior elevado y sofisticado: tres naves de igualdad en altura, bóvedas de crucería estrellada, órgano barroco, coro alto y un retablo mayor renacentista de 20 metros realizado en 1589, obra del jesuita Andrés Ruíz, con esculturas de Pedro Rodríguez, Juan Vela, Mateo Martínez y lienzos que llenan de luz dorada el templo.

La ermita de Nuestra Señora del Carrascal se eleva sobre una ladera coronada por un roquedal. Fue construida entre 1671 y 1673 y ofrece un paseo flanqueado por árboles y una panorámica excepcional del valle al norte del pueblo. El techo de la capilla de los cinco misterios fue pintado por Francisco Martínez, y en mayo, junto a la Ascensión, el pueblo vive la romería de su patrona, con cofrades, músicas, banderas y ofrendas, una tradición tan antigua como sentida.

El Convento de Santa Clara fue fundado en 1621 por los Condes de Molina de Herrera, Pedro Mexía de Tovar y Juan Pedraza, y ocupado por las clarisas en 1632, el convento ha sabido adaptarse sin olvidar su clausura. En su arquitectura —patio central, claustro, celdas, huerto y cementerio— resuena vida diaria del pasado, mientras que las reformas recientes han mejorado su funcionalidad sin despojarlo de espiritualidad: se ha eliminado el balcón del patronato, abierto un ventanal junto al presbiterio y adaptado estancias como la enfermería o el locutorio para necesidades actuales.

En el templo, destaca el retablo renacentista con lienzo central de Santa Clara y San Francisco, altares laterales de la Virgen de las Flores y San Antonio (donados en 1777) y una bóveda decorada con iconografía franciscana en las pechinas.

Bajo el altar mayor, en cripta, descansan los fundadores Mexía de Tovar, un vínculo sagrado entre quienes hicieron el templo y quienes lo custodian.

El convento de Santa Clara no solo conserva silencio y piedra, también palma con pan y descanso espiritual. Las monjas clarisas gestionan una hospedería sencilla y acogedora para hasta ocho personas, con desayuno incluido, a unos 20 euros por noche.

Los huéspedes hablan de desayunos con madalenas hechas por ellas mismas, en un entorno que permite el recogimiento y el descanso contemplativo. La repostería es parte del trabajo de clausura. Con la frase “Ora et labora” como lema, elaboran pastas, helados y dulces que se ofrecen en el propio convento, sosteniendo su sostenimiento y dejando una dulzura tangible de su oración.

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