Déjame que te cuente. Me encontré en plena calle José Zorrilla con un conocido de años ‘ha…’. Después del ‘qué tal te va; como te encuentras de salud…’, pasamos al ‘parafraseado’ –que se define como querer decir algo, pero sin decir nada-. Para acabar, ya en el preámbulo del adiós, me dice: ‘vivir, amigo, es dejar de pensar en lo que puede pasar y empezar a disfrutar de lo que está pasando’. Pues, no sé yo… ¡Es que no ‘cojo’ ni una metáfora!
Un real enfado
Esa es la impresión que me produjo el ‘enterarme’ de lo que Enrique IV, el segoviano nacido en Valladolid, aprobó, al parecer, en las Cortes celebradas en Santa Mª de Nieva en el año 1473, uno antes de su muerte en Madrid. Puede que el desayuno de esa mañana no le ‘cayera’ bien, que puede suceder, pero el señor rey estuvo de acuerdo en revocar todos los privilegios y donaciones que había concedido diez años antes a la Villa y, por si le supiera a poco, mandó extinguir diez cofradías que en la localidad se habían fundado en torno a la religión, ordenando que en adelante, cuantas se fundaran lo serían bajo la autoridad real ¡Qué real cabreo! A partir de ahí todas las cofradías llevaron en su nombre el ‘sello’ inicial de Real.
Lo recogí de las ‘Memorias políticas y económicas, sobre los frutos…’ que escribió Eugenio Larruga. Tomo XIII. Años 1747-1803.
Entre artistas con historia
He leído una ‘cosita’ y se la cuento. El texto es del ceramista guipuzcoano afincado en Segovia, Juan Zuloaga Estringana. Fallecido en esta ciudad en 1968, era hijo de Daniel Zuloaga, familia de brillantes artistas de la cerámica y la pintura. Y aquí se acaba el capítulo de las presentaciones. A lo que te voy.
En carta dirigida a su tío Ignacio le contaba algunos ‘detalles’ de la ciudad. Sobre el Acueducto elegí este: ‘Al monumento romano le quitaron varios centímetros al adoquinar la carretera que acaba en el mismo pues los ingenieros de Obras Públicas, por no rebajar el firme de la misma, elevaron con el adoquinado lo menos dos hileras, tapando y restando esbeltez al Acueducto’.
Y ya que tengo en ‘línea’ a los Zuloaga, permítanme. Fue Daniel quien, en 1904, decoró la Chimenea del Casino de la Unión, con azulejos decorados sobre esmalte. Las tallas fueron también diseño del artista en madera de Vitoria y los frisos con asuntos de óleo y vistas de Segovia. Un formidable, bello y extraordinario trabajo. Todo lo descrito se lo llevó el pavoroso incendio de la calle Juan Bravo en 1920.
La nieve en un pozo
Eran tiempos donde, cuando menos en verano, era necesario contar con hielo para enfriar el ‘cubata’, o similar. En La Granja de San Ildefonso, que en invierno puede ‘exportar’ gramos (quizá kilos) de frío, en verano no lo tenían. Quizás por ello el rey Felipe V en 1736, cuando ya contaba con 53 años, dio la orden: ‘constrúyase un Pozo de Nieve en San Ildefonso que pueda abastecer de hielo a la población’. O así. Y se hizo. ¡Anda que no! Pero, claro, pasaron los años y el pozo ‘cayó’ en el olvido. Mas, y llegado el año 2012, (¿), pues… que se ha restaurado. El Borbón– quien sabe dónde-, habrá sonreído.
Remunerar el trabajo
Hubo un tiempo, casi agotado el siglo XIX, en el que aún se dilucidaban ‘diferencias’ entre la Ciudad y el Sexmo de Casarrubios que habían comenzado mucho antes. Con la finalidad de sentar ‘bases de concordia’ a las que ambas partes se comprometieron, el Ayuntamiento concertó con los letrados Carlos de Lecea, José M. de Cáceres y Federico de Orduña para que, a través de conferencias (dos), se fijaran las bases de concordia que se había proyectado entre representantes de la Ciudad y Sexmo. Por su trabajo, que fue positivo, pasaron al Ayuntamiento honorarios en cuantía de 2.250 pesetas. Siglo XIX.
Otro asunto legal. La Ciudad encarga al abogado Lope de la Calle, año 1869, un servicio de asesoramiento a dos ciudadanos a consecuencia de la resolución de un interdicto (1). Por ello, percibió del Ayuntamiento la cuantía de 1.850 pesetas. En ambos casos los letrados pusieron paz donde se necesitaba. Bien pagado.
‘Plantado de perales’
En mis años mozos, quizá un poco antes, visitaba el poblado de Peladera. La fábrica de tejas allí existente, había construido, a modo de pasillo y ambos lados de la carretera/camino, pequeñas viviendas de una sola planta donde residían familias de los trabajadores de la referida fábrica ¿Desde cuándo existe Peladera? Tomando como referencia el libro ‘Segovia y sus Mil Pueblos’, 2ª edición, página 314, editorial Derviche, la primera aparición es de 1279 (recogido en el Libro de Visitas de la Catedral), con el nombre de Peraleda. Seiscientos años después Madoz, en su diccionario, lo describe como Peralero. Con el discurrir de los tiempos y cambios fonéticos acabó por llegar su nombre actual: Peladera.
El hoy despoblado, que era lugar ‘plantado de perales’, se encuentra a 1.600 metros al norte de Hontoria. El paraje fue conocido, in illo témpore, como ‘Vega de Fontoria’, mientras otros historiadores la citan como ‘San Juan de Peladera’. Fue término de la citada localidad hasta que en el año 1971, pasó a incorporarse, por Real Decreto, al ayuntamiento de la capital de la provincia.
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(1)Interdicto: Juicio posesorio, sumario o sumarísimo. RAE. También, medida de urgencia para evitar conflictos mayores y la autoayuda, con la finalidad de evitar tomar la justicia por mano propia.
