Está marcada por el sentimiento religioso y la penitencia pero, en Semana Santa, son muchos los que se permiten la comisión de algún que otro ‘pecado’, en este caso, culinario. Rosquillas, pestiños, florones castellanos, guiñotes… Basta con ver los mostradores de las pastelerías segovianas para detectar que estas afrontan una de sus principales campañas, en las que las torrijas se llevan la palma como el dulce de Pascua más demandado. Aunque, este año, quienes caigan en la tentación deberán afrontar un incremento de su coste con respecto a 2021, debido al encarecimiento de las materias primas.
“Hemos intentado afinar lo máximo el precio”, asegura el propietario de la ‘Pastelería Marín’, Juan José Marín. Para garantizarse las ventas, algunos de los pasteleros segovianos han tratado de mantener el precio de las torrijas, que varía entre los 2,50 y los 3 euros, en función del establecimiento –y de su ubicación.
Por el momento, la venta de este dulce estrella “está yendo despacio” mientras que, en años anteriores, en los días previos al comienzo de la Semana Santa, los postres típicos ya contaban con una gran demanda y los encargos obligaban a los obradores a trabajar a pleno rendimiento. En cambio, todo apunta a que la situación cambiará este Miércoles, Jueves y Viernes Santo y Domingo de Resurrección, cuando los pasteleros esperan que las ventas se disparen. Tal es así, que confían en que esta campaña les permita recuperar las cifras de 2019, ya que prevén volver al volumen de ingresos que tenían en los años anteriores a la pandemia, cuando despachaban más de cien torrijas al día.
La mayor afluencia de turismo nacional que está recibiendo Segovia en los últimos días se está traduciendo en ingresos para las pastelerías de la capital, a pesar de que creen que los viajeros traen “menos ánimo de gastar”. En 2020 y 2021, el periodo de Pascua estuvo marcado por el confinamiento y las restricciones a causa de la pandemia y, en esta ocasión, es la inflación, y con ello su repercusión en el consumo, la que genera cierta incertidumbre entre los pasteleros. “La gente tiene mucho miedo a gastar porque no saben lo que va a pasar”, lamenta la propietaria de la ‘Pastelería Pasayu’, Nuria Pascual.
Una tradición que sobrevive
Como ya ocurrió en los dos años anteriores, el sector de los hornos y pastelería se enfrenta a una Semana Santa que volverá a ser “imprevisible”. La crisis sanitaria alteró la cotidianidad de la ciudadanía y obligó a introducir cambios en los hábitos de vida motivados, en parte, por un confinamiento que aumentó considerablemente el tiempo que se pasaba en casa y que animó a muchos a adentrarse en el mundo de la cocina; hubo quienes optaron por comprar pan para hacer sus propias torrijas en casa.
“Reconozco que, si son muchos en casa, sale caro comprarlas porque una barra te puede costar 1,10 euros”, explica Pascual. A pesar de que hay quienes defienden que es “más económico” hacerlas que comprarlas, desde el sector coinciden en señalar que esto depende del número de torrijas que se necesiten, dado el coste de la luz y de las materias primas. “Si quieren pocas, no merece la pena hacerlas, sino comprarlas en cualquier establecimiento”, garantiza Marín, una decisión que, a su juicio, toman “la mayoría” de los segovianos.
Aunque, en los últimos años, algunos hornos elaboran nuevas versiones con una cobertura de nata, trufa o yema, la receta tradicional castellana y la de leche siguen siendo las que cuentan con mayor demanda.
A partir de mañana, los postres de Pascua volverán a tomar el protagonismo en un buen número de casas, que recuperarán un año más una de las tradiciones que sí ha logrado escapar del impacto de la pandemia.
